lunes, 28 de abril de 2014

CREATIVIDAD E INNOVACIÓN EN LAS ORGANIZACIONES



Pablo Picasso dijo: "Todo acto de creación es, ante todo, un acto de destrucción". Crear requiere "destruir" nuestra forma convencional de pensar. Algo lamentable que sucede en nuestro país y en muchos otros es qué, en ciertos ámbitos empresariales la creatividad no está bien vista. En una gran mayoría se considera que las personas lo que deben hacer es trabajar, no tener ideas, para eso están los que mandan y dirigen. Lo que se espera de los demás es, que hagan bien el trabajo que se les manda. Personalmente, lo lamento por todos aquellos que tienen la mala suerte de trabajar en empresas con esta mentalidad obsoleta, que es lo que hoy abunda, y con una cultura de empresa no apropiada para la innovación y en consecuencia, con dificultades para adecuarse a los tiempos.


  
Muchos directivos tienen miedo a las ideas de los colaboradores, especialmente, si ponen en tela de juicio o cuestionan sus órdenes, decisiones, principios y a veces, hasta sus convicciones; prefieren vivir en un mundo donde ellos tengan el control y dominio de la situación y donde un pequeño grupo escogido y conocido sean los que piensan y deciden. ¿Se dan cuenta del gigantesco desperdicio de talento de este comportamiento tan habitual y extendido? ¡Así estamos!
 
Como he venido señalando en varias de las entregas anteriores del Blog, en años recientes, por suerte, esto ha ido cambiando pero solo en empresas de vanguardia, cantidad que no representa para nada a la gran mayoría que continúan apegadas a patrones más bien tradicionales y no apropiados para la realidad actual y menos, la futura. 

Quiero resaltar qué: organización que no sea creativa, flexible, abierta, es incapaz de innovar y de hacer frente de forma adecuada a los continuos cambios en las demandas de su entorno y mercados, que sí son cambiantes. Pero no todo es negativo, algo bueno está aconteciendo en varios países, entre ellos el nuestro. El domingo 13 de Abril en el cuerpo de Negocios de El País, se publicó un artículo de Stefania Gozzer titulado: Las escuelas de negocios se reinventan: Las instituciones potencian su oferta en emprendimiento y habilidades sociales.
 
Por fin, han tardado bastante. En lugar de ser las pioneras en promover el cambio a través de los dirigentes de empresa que forman, se han caracterizado por mantenerse atadas a enfoques anticuados, pero eso sí, enseñados de forma magistral. Tanto, que varias de las españolas se encuentran entre las mejor rankeadas del mundo. Vale la pena señalar el comentario de Wendy Alexander, decana adjunta de la London Business School: “Hoy se trata de ayudar a la gente a innovar con rapidez. Antes lo dábamos como parte de la estrategia: cómo identificar un problema. O de marketing: entender las necesidades de los clientes. En cambio ahora hablamos de procesos más profundos, hay que tener una mentalidad que resuelva problemas y no se estanque en los caminos ya definidos de las responsabilidades funcionales”. 

Claro, la creatividad es un instrumento de libertad, de cuestionamiento del pasado, y en el fondo, de cómo estamos haciendo las cosas en el presente, al servicio de grupos de trabajo y de empresas. Pero esto, resulta atemorizante para muchas empresas, empresarios y directivos. Además, la creatividad exige ir más allá del ámbito donde surgen los problemas. Hay que ahondar en las situaciones y buscar interrelaciones inusuales entre las cosas. De esta forma es un instrumento y una actividad útil para desarrollar ideas originales y adecuadas para cambiar el rumbo de las cosas. Es la puerta a la innovación.


 

El problema actual es que,  la mayoría de las organizaciones no han evolucionado a la velocidad de los tiempos, a veces por no saber cómo hacerlo con éxito y,  muchas otras, porque conlleva cambiar e innovar sin tener del todo claro el futuro, lo que produce miedo, incertidumbre e inseguridad en quienes dirigen. Estos tres factores son importantes obstáculos al cambio y la innovación; pero no los únicos. Ver post de 20/2, 1/3, 14/3 de 2011 donde se explicaba, con cierta profundidad, este fenómeno de los obstáculos a la creatividad y en consecuencia, a la innovación.
 
Ante situaciones complejas la tendencia es echar mano de los patrones de pensamiento usuales, conocidos, habituales. Sin embargo esto, con frecuencia, no funciona debido a que el entorno, mercado, tendencias, gustos y necesidades de clientes o usuarios si han cambiado. Es necesario por ello, poseer una buena dosis de pensamiento creativo que permita ver la situación desde una perspectiva nueva, diferente, original. Una mente creativa permite buscar métodos, alternativas, usos, aplicaciones, diferentes de lo usual, de lo común.

La educación debería, al contrario de lo que sucede habitualmente, estimular el pensamiento creativo (ver entrega del 14/4). Nuestra educación, esencialmente memorística,  ha demostrado desde hace bastantes años, que no es la más adecuada para el aprendizaje y desarrollo, en los tiempos que corren. Estuvo bien, en cierta forma, para parte de los siglos XIX y XX, pero para nada es de utilidad desde hace, ya al menos, unos treinta y cinco años.

La creatividad, está dirigida a desarrollar una persona dotada de iniciativa, inquietudes, curiosidad, plena de recursos y de confianza, capaz de enfrentar problemas personales, interpersonales y/o de cualquier otra índole. La creatividad debe ser clave para la educación en su sentido más amplio por ser un poderoso instrumento para la solución de los graves problemas que asedian a la humanidad. La innovación sólo se produce si alguna idea creativa llega a implantarse.  Una persona puede ser muy creativa pero puede ser también, incapaz para innovar. Son actividades muy distintas y se realizan en momentos y situaciones diferentes como veremos en próximas entregas.