El escaso espacio dedicado usualmente a las entregas de un blog, nos obligan, cuando se trata de exponer temas amplios y complejos, a realizar los mismos “por entregas”. De ahí que ésta, sea apenas la tercera, referida al compromiso (engagement) y su posible presencia o no, según sean las características que determinen el tipo de ideología y cultura de cada empresa. He pretendido en varias de las entregas previas, dejar claro, cuan esencial es, la presencia del compromiso para que cualquier empresa u organización puedan alcanzar el mayor éxito, eficacia y hoy día, ser competitiva.
En la presente, hablaré, dentro de los cinco tipos de ideologías y cultura citados en la anterior, de las características fundamentales que determinan a una ideología basada en el cumplimiento de las funciones, en las normas, procedimientos y regulaciones, resaltando pros y contras de la misma.
Una organización orientada hacia la función aspira a ser racional y ordenada. En contraste con la autocracia dominante en la organización orientada hacia el poder, en ésta, existe preocupación por la legalidad, legitimidad y responsabilidad. Por ejemplo, la competencia interna y el conflicto se regulan o sustituyen por acuerdos, normas y procedimientos a seguir, y los derechos y privilegios se determinan y asignan cuidadosamente. Aunque se hace hincapié en la jerarquía y en la posición, ello se ve moderado por el respeto a la legitimidad y legalidad. En este sentido son empresas “mas impersonales”, que tratan de ser objetivas y equitativas, algo que no siempre logran. En estas organizaciones es relativamente grande la posibilidad de predecir el comportamiento.
La estabilidad y respetabilidad, a menudo, se valoran tanto como la competencia. Se tiende a apreciar mucho más la respuesta correcta que la eficaz. A la hora de intentar realizar cambios, aunque estos parezcan ser inevitables para ajustarse al entorno, los procedimientos y mecanismos para el cambio tienden a ser engorrosos; por ello, el sistema se adapta muy lentamente a los cambios necesarios. Esto hace que hoy, este tipo de cultura tenga dificultades para sobrevivir, especialmente, si el medio donde funcionan es muy cambiante y retador.
La mayoría de las organizaciones comerciales están demasiado presionadas por las demandas del mercado, para poder soportar la extrema rigidez de una fuerte orientación hacia la función, normas, o límites, con frecuencia, aún peores por su tendencia a respetar la corrección de los procedimientos antes que la eficacia de las tareas; y más lejos aún, el logro de los resultados. Sin embargo, las empresas que controlan sus mercados o actúan en áreas muy reguladas por la ley, muestran un considerable grado de orientación hacia la función y les va muy bien: Bancos, compañías de seguros, de servicios financieros en general, y otras de la administración pública.
La racionalidad, impersonalidad y la adhesión a los procedimientos, que reflejan por ejemplo, muchos bancos, compañías de seguros, organizaciones de servicios públicos y de actividad social, son buenos ejemplos de este tipo de cultura. La orientación hacia la función deja al comerciante, al público en general, o al cliente, poca posibilidad de elección y modificaciones al tratar con ellos. En especial con grandes empresas de servicios.
Este tipo de empresas funcionaron con bastante éxito hasta años recientes, cuando la falta de regulación, abrió unas posibilidades que antes no existían y se olvidaron de lo legal, ético, procedimental, para inventar en los últimos 15 años cosas como: las hipotecas basura y otros derivados que han producido la mayor crisis económica, financiera y sistémica de la historia. Es vergonzoso lo que ha ocurrido, donde se puede hablar hasta de gobiernos y entes reguladores muy complacientes que facilitaron y no impidieron el caos internacional actual. Perdieron de vista los valores predominantes en el tipo de cultura que hemos descrito.
Ventajas y desventajas que ofrece este tipo de cultura
Una de las mayores ventajas de las empresas con esta ideología y cultura, tiene que ver con la imagen de seguridad y estabilidad que desprenden. A quien se incorpora a trabajar en este tipo de empresa, se le entrega uno o varios “Manuales” que contienen: Las políticas y normas fundamentales de la empresa, referidas a las diversas áreas de la misma y acerca de qué es lo que se valora y requiere, y acerca de lo que no es adecuado en la misma. Así mismo, suele entregarse un manual relativo al área y tipo de trabajo a realizar, donde se le instruye de lo esencial de su función y tareas.
Hacia mediados de los años 60, tuve la oportunidad de trabajar en una de cinco más famosas empresas de occidente para esas fechas, la IBM. Eran los tiempos donde IBM era una empresa de gran renombre internacional. Recuerdo que para dudas, dificultades, conflictos y saber cómo actuar en diversos aspectos de la vida diaria en la empresa, siempre te remitían a lo determinado en los diferentes manuales, según el tema. Qué decir al respecto, en la avanzada industria petrolera de la época, todo estaba perfectamente determinado.
La velocidad del cambio que a principios de los años 70 nos anunció Alvin Toffler en su extraordinario libro "El Shock del Futuro” que ocurriría, provocó que en los diez años siguientes la mayoría de los manuales de: funcionamiento, normas, políticas y otros, quedaran, cada vez con más frecuencia, obsoletos, convirtiéndose en “camisas de fuerza” que dificultaban a las propias empresas evolucionar a modalidades más practicas y flexibles, para llevar a cabo los cambios imprescindibles en sus culturas e ideología, con el objeto de adaptarse a la nueva realidad que surgía con velocidad de vértigo. Y la mayoría lo hicieron, y muy bien, innovando a tiempo sus formas de gestión.
Tal como ocurre en las ideologías y culturas orientadas hacia el poder, en la presente es muy dificil también, por no decir que imposible, la presencia de elevada motivación, utilización de las capacidades personales, del talento y del compromiso. Se trata nuevamente de culturas donde predomina la sumisión, en este caso a las reglas y normas, y de comportamientos "no maduros". Esta ideología, al igual que la anterior estimula la inmadurez de las personas.
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