martes, 5 de junio de 2012

EL PODER Y EL DESARROLLO DEL YO EN LOS HUMANOS

Ya expliqué que “tanto poder no es bueno para nada” y que la mayoría de las personas en el país tienen, lógicamente, una fuerte motivación hacia el poder. Y digo lógicamente, porque el poder estimula en otros esa misma necesidad como mecanismo para defenderse y protegerse. Ante el poder de otros, tenemos dos alternativas, la más común y “civilizada” es, aceptar de forma sumisa lo que se nos impone: En el trabajo, universidad, hogar, en el país, la política, la economía, etc. La otra forma es, hacer frente al poder, y para ello se necesita mucho poder. Esta necesidad surge ante el poder de otros, y se manifiesta de muy diversas formas. 

Lo que percibo, y algunas razones las expliqué en la entrega 68 es, que el uso del poder se ha venido incrementando fuertemente en los últimos tres a cuatro años, y especialmente en los últimos meses, afectando de diversas formas a las personas. Por desgracia, ese poder al que estamos sometidos nos tiene apabullados: a) El peso de las decisiones europeas relativas a cómo Europa debe gestionar su súper déficit después de los años de bonanza y exageración, vividos desde mediados los 90. b) La burbuja inmobiliaria de Estados Unidos y Europa. c) La quiebra y rescate de emergencia de: Cajas de ahorros, bancos, compañías de seguros, y demás entes financieros  quienes gracias a la “ingeniería financiera” desarrollaron productos fraudulentos para los ciudadanos, pero que a ellos les produjeron ingentes ganancias. Hasta que todo falló. Y aunque existan bancos bien gestionados que han superado con algún sacrificio el desmadre de sus competidores, la mayoría y en especial algunos del ámbito nacional, nos están haciendo vivir días y meses de terror. Y lo peor es, que nadie se atreve a tomar las medidas requeridas y encima, en la mayor parte de los casos, los que han contribuido a este gran caos económico, ético, moral, político, andan por ahí tan frescos y más de uno, no todos, con una bolsa de millones como “premio por lo bien que lo hicieron”.

Se premia y refuerza así, de forma exagerada, a los culpables, a los malos, a los que abusaron, y se castiga a los cientos de millones que no hemos tenido arte ni parte. ¿Se dan cuenta de que forma tan salvaje se está utilizando el poder contra la mayoría de los ciudadanos? Ante eso, sólo podemos indignarnos, es lo que hemos hecho, pero se deberían emprender acciones más contundentes contra todos: instituciones, cajas de ahorros y bancos malos, políticos que no resuelven nada pero que nos imponen sacrificios, etc. Esta sumisión, a la que se nos fuerza con todo este poder omnímodo que cae sobre la mayoría, nos obliga a comportarnos como individuos inmaduros psicológicamente, aunque no lo seamos. Lo grave es, que ese comportamiento inmaduro no contribuye a que podamos salir de la crisis, solo contribuye a perpetuar la situación.

UN MODELO PARA COMPRENDER EL BINOMIO DESARROLLO HUMANO-PODER

Intentaré explicar mejor la relación entre desarrollo y necesidad de poder y sus implicaciones para las empresas, y lo extrapolaré al ámbito del país. Para ello, echaré mano de teorías científicas sobre el desarrollo humano. Personalidades reconocidas como: Freud, Piaget, Erikson, Sullivan, Hartmann, Fromm, Loevinger y otros estudiosos del complejo tema del Desarrollo del Ego, o desarrollo del Yo, han hecho brillantes aportes en esta dirección. El tema es, lógicamente difícil, se trata de explicar cómo se produce el desarrollo psicosocial del ser humano. Utilizaré los trabajos de la investigadora Jane Loevinger, quien integrando muchos de los conocimientos existentes señalados por otros autores e investigadores, desarrolló su modelo aportando más conocimiento que, dentro de la complejidad del tema, lo hace más fácil de comprender y manejar por conocedores y profanos.

Fue en mis estudios de Máster cuando entré en contacto con su modelo, que he utilizado en procesos de cambio y mejora de organizaciones. Desde que lo conocí me impactó por su claridad y, hasta cierto punto, facilidad de ser aplicado, al menos, para lo que eran nuestros fines, que se concretaban en disponer de un marco de referencia que nos facilitara comprender y visualizar, en las empresas, aspectos que ayudaran a entender comportamientos que no comprendíamos. Por ejemplo, conductas y reacciones de personas ante lo que a nuestro ver percibíamos como cambios que les favorecerían de manera importante en el corto y medio plazos y que, sin embargo, de manera incomprensible para nosotros, con frecuencia, rechazaban de antemano sin darse tiempo siquiera de ver si existía la posibilidad de que les beneficiara en su trabajo y desempeño futuro.

El enfoque de Loevinger es de fácil aplicación y utilidad, por estar descrito sobre la base de “comportamientos observables que tipifican las etapas y niveles del desarrollo del Yo”. Son comportamientos que observamos en la realidad cotidiana, de ahí su practicidad y utilidad para comprender algo tan complejo. Las descripciones de Etapas y Niveles de desarrollo que hoy enumeraré y que desarrollaré en próximas entregas, fueron enriquecidas y adaptadas al mundo de las empresas, por Harry Lasker Ph.D, Universidad de Harvard  y Vic Pinedo Ph.D, Universidad de Florida. Ambos las aplicaron y realizaron estudios en empresas y diferentes tipos de organizaciones.

LAS ETAPAS DEL DESARROLLO DEL YO (Loevinger, adapt. Lasker-Pinedo)

I.-    Personalidad Impulsiva
II.-    Autodefensiva- Oportunista
III.-    Conformista
IV.-    Consciente
V.-    Autónoma
VI.    Integrada


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