Continuando en la línea de los post: 262, 263 y 264, del pasado mes de septiembre, y profundizando en mis reflexiones alrededor del tema de la competencia: Ganar-Perder y sus consecuencias, y la relación que tiene con la crispación e irritabilidad en el país, he tomado conciencia de que es posible identificar, con toda seguridad, la existencia de un “síndrome de actuación”, que determina la forma en la que, la mayoría de nuestros políticos vienen actuando y en cómo se comportan en sus relaciones con los demás políticos y también con la ciudadanía, en general.
Para mejor comprensión de todos, aclaro qué se entiende y conoce por SÍNDROME. Se trata de: “Conjunto de indicios, signos, manifestaciones, o síntomas, que se presentan juntos y son característicos de un cuadro malsano, obsesivo, enfermizo, provocado en ocasiones, por la concurrencia de más de una tendencia o crisis”.
Se lo explica también como: “Sintomatología de la perturbación o desorden de un conjunto de fenómenos que concurren unos con otros y que caracterizan a una determinada situación”.
La situación
En el caso que nos ocupa, está relacionada con la percepción del ir y venir de nuestros políticos y dirigentes. Los comportamientos y acciones a los que me referiré y que describiré más adelante son, de donde me surge la idea de calificar su actuación general como síndrome. Y lo que me ha llevado a denominarlo “síndrome de inmadurez psicológica en políticos españoles”, está relacionado y referido a sus incompresibles e incoherentes actuaciones y comportamientos que una gran mayoría de ciudadanos percibimos, ante la compleja y delicada realidad actual del país, y del terrible impacto que provocan en la vida de todos.
El domingo 4, en Opinión, el diario El País, publicó bajo el título de El bien común: “España necesita respeto a las instituciones y cooperación leal para superar su crisis. Indicadores económicos y epidemiológicos dibujan un escenario dramático, más agudo que el que sufre la mayoría de las democracias avanzadas”.
“En este momento de extraordinaria gravedad, en el que el sistema democrático español al completo debería orientar con magnanimidad sus esfuerzos a la defensa del interés general, la vida política española exhibe una inquietante falta de respeto hacia las instituciones y de leal colaboración entre los agentes llamados a liderarlas, lo que agrava el desconcierto vivido por la sociedad desde el inicio de la pandemia, hacia el interés general de la vida”.
Aprovecho el blog para manifestar una vez más, mi malestar con nuestros políticos, todos. Ningún partido ha estado a la altura de lo que el país y los ciudadanos necesitamos y deseamos.
Ni el gobierno ha cumplido cabalmente con las acciones y hechos necesarios, ni esa cochambrosa oposición guiada especialmente por el PP y los “angelitos” de Vox. Considero que la que le ha caído a este gobierno, cualquier otro lo hubiera hecho posiblemente, igual o peor. Se demostró al pasar el control y responsabilidad de gestionar la pandemia, a las Comunidades. Es muy fácil hablar, criticar, despotricar, pero cuando les toca lo hacen peor o, más o menos igual de deficiente.
Lo que no tiene el más mínimo soporte es, que la mayor parte de esa oposición citada, solo haya trabajado fuertemente y con dedicación, en poner rocas y trabas en el camino, con la finalidad de dañar las acciones del gobierno. Éste, ha hecho igual que en muchos otros países lo que ha podido, dado el desconocimiento del virus y la ausencia de equipos para estudiarlo y combatirlo.
Es una vergüenza que, en casi todos los medios nacionales y en algunos internacionales, hayan tenido que criticar la actuación negativa, competitiva y destructora de la oposición española, al no apoyar para nada la acción del gobierno, haciendo todo más lento, difícil y arduo, sin importarles nada, los daños a la población.
Al exponeros lo que percibo como enfermedad, y cuadro clínico denominado: “Síndrome de inmadurez psicológica en políticos españoles”, espero poderos dar una explicación clara, no fácil pero sí, basada en estudios y resultados científicos, que nos aportarán una clara visión y comprensión del porqué de esas actuaciones y comportamientos erráticos y vergonzosos en ocasiones.
Existe una bien sustentada razón de ello: Son consecuencia de claras manifestaciones de inmadurez psicológica exhibida por las fuerzas políticas a través de sus dirigentes y muchos seguidores, sin aparentemente, tener conciencia de los daños que infringen al país y a los ciudadanos. ¿Es o no algo enfermizo?
Hablaré de inmadurez en varias situaciones y escenarios distintos. El verdadero significado del término inmadurez en Psicología se refiere a: bajo desarrollo de los mecanismos de regulación de las emociones, baja tolerancia a la frustración, mínima resiliencia y mínimo sentimiento de responsabilidad hacia los demás.
Volviendo al artículo de El País, señalaba: “…con todo, hay motivos para la esperanza… Las negociaciones entre empresarios y sindicatos bajo la batuta de la ministra de Trabajo, que han llegado a importantes acuerdos. La comunidad de Castilla León, regida por el PP, que votó a favor de las medidas para frenar el coronavirus, planteadas en el Consejo Interterritorial de Salud”.
“Son estas actitudes y acciones, lo que España necesita y lo que la mayoría de sus ciudadanos espera…la clase dirigente política, debe hacer un esfuerzo… y reconectar a fondo con las exigencias de una ciudadanía atónita y asustada. Los graves momentos por los que atraviesa el país solo podrán superarse desde la lealtad institucional y la anteposición del bien común al interés partidista. Con valentía, magnanimidad y sentido de estado”.
Lamentablemente, estoy convencido de que lo señalado es sumamente difícil de conseguir y poco probable que se logre. Es necesario primero, erradicar, superar lo que he denominado “Síndrome de Inmadurez psicológica”, presente en los políticos y otros dirigentes.
Síndrome de Inmadurez Psicológica
Ya mencioné que con el fin de dar objetividad y validez a lo que señalo, relativo al comportamiento nefasto, agresivo y desagradable de algunos políticos, me basaría en la aplicación, de un modelo científico de desarrollo de la personalidad y comportamiento humano, que explica de manera clara y comprensible algo tan complejo como es el desarrollo y formación del Yo, y de la Personalidad humana.
He utilizado dicho modelo en innumerables ocasiones para implantar cambios, superación y mejoras en organizaciones muy diversas y, para explicar y justificar muchos de los planteamientos por mí publicados. Ha sido elaborado por la psicóloga Jane Loevinger, fundamentalmente durante su estadía de trabajo, investigación y docencia, realizada en la Universidad de Berkeley, USA.
Cada una de las Etapas del Desarrollo que conforman el Modelo, está descrita como: comportamientos, actuaciones y conductas humanas observables, que permiten comprender con relativa claridad rasgos, características, y hechos que se manifiestan y observan según cada etapa de desarrollo del Yo (Ego) y de la Personalidad humana”.
En el caso presente, me enfocaré en describir actuaciones y comportamientos que se corresponden con conductas, maniobras, manipulaciones y acciones propios de personas que poseen baja madurez psicológica, o que se comportan de forma inmadura, ineficaz, ignorante. Considero que es en esto, donde radican la mayoría de nuestros principales problemas como país.
Las descripciones que veremos incorporan adaptaciones hechas para su aplicación al mundo de las organizaciones, y que han sido estudiadas, ampliadas y desarrolladas por Harry Lasker, PhD Univ. Harvard y Vic Pinedo, PhD, Florida Univ.
ETAPAS DEL DESARROLLO DEL YO: LOEVINGER
I.- Personalidad Impulsiva II.- Autodefensiva III.- Conformista IV.- Darse cuenta V.- Consciente VI.- Individualista VII.- Autónoma VIII.- Integrada
Las tres primeras se consideran personalidades inmaduras, las demás, de madurez creciente.
Aclaro que cada etapa representa un momento en el tiempo y en el espacio, durante el desarrollo de cualquier persona, y refleja el lapso en el cual un individuo se ha “detenido” en su proceso de desarrollo, crecimiento y progreso como persona.
Es esencial entender igualmente que, “cada etapa refleja el modo en que una persona percibe el mundo, y con base en ello, cómo afronta, brega y batalla con él, a fin de, en primer término, lograr su supervivencia, y en segundo, cómo alcanza su desarrollo y superación”. Así lo explican Loevinger y colaboradores.
Las diferencias de rasgos, atributos, cualidades y comportamientos, corresponden a personas que se encuentran en diferentes etapas, y son el reflejo de diferencias en las funciones humanas.
1) Diferencias Cognitivas: Cómo las personas razonan, piensan, conocen, aprenden y comprenden cualquier situación.
2) Diferencias de Proceso: Cómo los individuos expresan sus emociones, como se relacionan unos con otros, cómo se produce el desarrollo del carácter y las interrelaciones.
3) Diferencias de Sistemas: Cómo funcionan las personas, cómo hacen frente a su realidad, cómo se comportan, cómo mantienen un concepto integrado de su propio ser y sus preocupaciones fundamentales. Sus modos de acción y otros.
Cada etapa se caracteriza a su vez por: distintas preocupaciones emocionales, diferentes estilos cognitivos, diversas maneras de relacionarse con los demás, y por cómo se afrontan los problemas y situaciones que produce el roce con el mundo; en un intento por entenderlo y lidiar con el mismo de forma efectiva. Todo ello origina diferentes reacciones y comportamientos según la etapa en la que se esté.
“Síndrome de Inmadurez Psicológica en políticos españoles”
- Aceptan normas y reglas, pero las usan para su propio beneficio
- Una acción es mala si es sancionada. Malo, igual a ser descubierto.
- No poseen sentimientos de culpa, ni capacidad de auto-crítica como sanción.
- Ven el castigo como una venganza de otros
- Las relaciones interpersonales son de dependencia y/o explotación.
- Ven a los demás sobre la base de lo que puedan darle; como “fuentes de suministro”
- Su comportamiento es: oportunista, vivaz, irresponsable, engañoso.
- Están motivados por una fuerte necesidad de poder personal: ejercer control, dominar.
- Tienden a clasificar a los demás como buenos o malos.
- Orientados al presente, no hacia el futuro.
- Son comunes las ideas supersticiosas, rabietas y arranques temperamentales.
- Suelen ser personas desconfiadas, inseguras, sinvergüenzas, mentirosas.
- Trabajar les resulta molesto, desagradable. Lo evitarán siempre que puedan.
- Su relación con otros es de poder, gana-pierde. No conciben colaborar y todos ganar.
- Confianza recíproca sólo entre miembros de su grupo. Rechazo de otros grupos.
- Su código moral tiene que ver más con las reglas y normas, que con las consecuencias que se puedan derivar de sus actos.
- Valoran y se preocupan por cosas materiales, estatus, reputación, apariencia.
- Poseen personalidad agradable y simpatía superficial.
- Buscan intensamente aceptación para sentirse seguros. Motivación social.
- Usan frecuentemente prejuicios, estereotipos, generalizaciones.
- Niegan sentimientos reales auténticos, por miedo a las consecuencias.
- Hay carencia de introspección, de reflexión.
Se observa claramente, al ver la abundante cantidad de manifestaciones, síntomas y comportamientos que conforman el síndrome, que se trata de la compilación de rasgos y conductas manifestadas habitualmente por personas poseedoras de la más baja, hasta una rudimentaria madurez psicológica. Todo ello resulta normal acorde, con las etapas y nivel de desarrollo que se haya alcanzado. Todos los humanos, desde que nacemos vamos pasando y una gran mayoría, superando las crisis y dificultades a las que nos enfrenta nuestro propio desarrollo, dirigido a alcanzar la formación de nuestra personalidad.
Me resulta claro y considero que para
cualquiera también, que los políticos y diferentes niveles de dirigencia,
realizan también, acciones y manifestaciones individuales en las que muestran
poseer un mayor nivel de madurez. Sin embargo, nadie negará que los arriba citados,
son los comportamientos y actuaciones más habituales que nos muestran en el
Parlamento, Senado, en sus declaraciones de ataque, en mítines, en debates
televisivos, siempre que hay presentes políticos de los diferentes partidos y en muchas otras situaciones,
Los rasgos arriba descritos, corresponden a las personalidades denominadas por Loevinger como Impulsiva; Auto-defensiva; Conformista. Ese grupo de comportamientos y manifestaciones “puestos en una olla y bien revueltos” conforman el SINDROME.
http://www.bubok.es/libros/172773/Innovar-la-gestion