En la entrega
del 11 de Junio señalé cuatro razones personales, además de lo dicho por Gary Hamel, por las que considero que: “las
empresas tienen hoy, ante el futuro incierto, que tomar medidas urgentes para
cambiar, modificar y adaptar, al momento actual, sus prácticas usuales de gestión”. Intento así
resaltar su necesidad de innovar la gestión.
En la entrega
del 19 de Junio comentaba además, “el daño hecho por las políticas y
estrategias basadas exclusivamente en la austeridad, que en los últimos seis
años se nos han impuesto desde Europa, por el triunvirato: BCE, FMI y la UE”. En el caso de esta última, con un fuerte peso
derivado de Alemania y un par de países nórdicos. Algún día, más pronto que tarde, se verán
obligados a cambiar debido a los catastróficos resultados ocasionados a la
fecha. Pero en Europa las decisiones van con demasiada calma. No hay más que recordar
lo hecho con Grecia.
Al profundizar en
este delicado y complejo ambiente; complejo y delicado por lo que implica su superación
para cualquier empresa, donde además de la crisis-estafa sistémica general, se
puede observar que dentro cada
organización o empresa se han producido diversas
otras crisis, tales como: De enfoque y dirección, de establecimiento de
prioridades, de gestión económica y financiera, de comercialización y ventas,
de confusión y desorientación interna, de carencia de dirección y liderazgo, de
miedo y falta de motivación, de productividad, de desempleo, de ausencia de
crédito, y alguna más, como secuela de las señaladas.
Para ir poco a
poco superando estas crisis, las empresas tienen que ser pro-activas y prepararse para enfrentar de manera eficaz los
cambios y retos que ya han surgido. De ahí mi insistencia en la imperiosa necesidad de innovar y mejorar
su forma de hacer, ante los inmensos
retos que enfrentan. Ya antes de haber
acontecido la fatal y larga crisis sistémica, Hamel y otros hablaban de “la
necesidad de cambiar esas prácticas”. Cuando al cambio y evolución naturales les
añadimos el caos producido por la crisis y su deficiente gestión por parte de
los gobiernos, no debería quedar la menor duda de la necesidad de cambio e
innovación que empresas y organizaciones deben emprender. Pretender continuar con fórmulas tradicionales en las formas de gestionarse, y
no aprovechar el potencial y talento de sus empleados, generalmente desaprovechado, hará muy difícil y lento, tal como está
ocurriendo en muchas de ellas, superar el impacto de la crisis.
Se sabe que en
situaciones de crisis hay fuertes amenazas, pero también, grandes
oportunidades, por ello, hoy más que nunca, se requiere de excelentes líderes y
empresarios que pongan a prueba y demuestren sus competencias-fortaleza en esta
dirección. Ya no se trata sólo, del deseo de cambiar, si no de la forzosa necesidad de hacerlo, lo
que conduce a: la transformación de las empresas, los productos y los servicios que se prestan. No cambiar es como detener el motor y abandonar la carrera. Tendrán que conformarse con ver el triunfo de
sus competidores que decidan arriesgarse e innovar.
Si antes había cabida
para empresas innovadoras y las que no lo eran tanto, hoy y cada vez más hacia
el futuro, nadie podrá dar la espalda a la innovación. Por ello, lo primero es innovarse a sí mismas, esto implica:
a) Un enfoque de liderazgo, más que de dirección.
b) Cambiar las herramientas y tecnologías que
utiliza.
c) La actualización
y mejora de sus procesos.
d) Valores,
principios y creencias que mueven a la organización, en cómo actúa.
e) La forma como utiliza todos sus recursos.
f) Cambios en su cultura, etc.
En resumen
innovando su gestión interna. Sólo
así llegarán a ser eficaces y competitivas.
Afirmaba el
gran pensador del management Peter Drucker que: “en un mundo cada vez más complejo, es el conocimiento profesional,
cultural, tecnológico y geográfico, el capital más importante. Sin conocimiento
no hay innovación, ni transformación, ni superación”. Sin duda así es, pero esto requiere de
líderes, dirigentes convencidos de ello, y dispuestos a permitir que el talento
de las personas aflore de manera organizada para beneficio de todos en la
empresa.
Un estudio que
ratifica algunos aspectos de lo que vengo afirmando acerca de la necesidad de innovar las formas de gestión,
y que aporta un mayor carácter
científico, es el “Informe Anual
2007, Global Innovation 1000”, realizado por Buzz, Allen & Hamilton.
Este estudio analizó durante cinco años el comportamiento general de 1,000
empresas, la mayoría reconocidas en el
ámbito mundial. Según se derivó del mismo: “no existe una relación directa
entre un alto nivel de inversión en I+D y el éxito corporativo o financiero”. Además, noventa y cuatro de las mejores
empresas del estudio confirmaron que, “no
existe la receta mágica para transformar la innovación en I+D, en ganancias”.
Lo único que se ha visto en común dentro de estas empresas es, “la intención de desarrollar capacidades
que les garanticen una ventaja competitiva sostenible”.
Nos parece
oportuno destacar, que hemos observado que siempre que en nuestro país se habla
de mejorar productividad y competitividad, se hace exclusivamente referencia a
la necesidad de invertir más en I+D o en I+D+i. No estamos desde luego en
contra, en lo más mínimo, pero el estudio citado demuestra que no es la
panacea, ni es suficiente. Bueno… y últimamente lo que se está haciendo es
peor, se pretende mejorar productividad y competitividad rebajando aún más los
salarios y obligando a trabajar más horas. (Ver entrega del 19 de Junio).
Por todo lo
anterior insisto en que la clave para mejorar ganancias está además, en crear y
estimular en las empresas las condiciones que faciliten un mayor aprovechamiento del potencial,
competencias y talento de las personas en general, y en especial, de los que
lideran los diferentes ámbitos y niveles de las mismas. Transformación,
innovación, conocimiento y diferenciación son parte de los grandes desafíos
para las organizaciones.
Por lo
señalado, afirmo con conocimiento de causa, que la fórmula para lograr la
eficacia, tal como se viene realizando, está incompleta; debe ser I+D+i+IG, siendo esta última Innovación de la Gestión. Debe hacerse así, para
asegurar que la innovación encuentre, dentro de la organización, “el terreno abonado” y no caiga en
“territorio estéril”, donde los esfuerzos y muchos de los recursos se pierden.
Posiblemente más de un lector ha vivido ya esta lamentable y costosa realidad
en empresas y organizaciones donde ha trabajado.
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