¡EL CONFLICTO SIEMPRE TIENDE A ESCALAR!
Considero ésta, una afirmación que no da lugar a
dudas. Si cualquier conflicto no es gestionado a tiempo y de manera adecuada, siempre va a escalar. A ir poco a
poco incrementando su volumen y complejidad. Sin embargo, con una gestión
apropiada del mismo en sus inicios, es perfectamente posible evitar que llegue
al nivel de conflicto.
La mayor parte
de la sociedad y de las personas suelen tener una percepción negativa del
conflicto, como algo dañino. Existe también mucha gente que le ve, la vertiente positiva; que
resulta, por lo general, muy
interesante, enriquecedora y productiva. La razón para enfocarse en esta última
es, que promueve y conduce: a cambios,
mejoras, superación, avances, progreso y otros. Y como consecuencia de todo ello,
a la posibilidad de innovar; estimulando así, alcanzar mayor y mejor desarrollo
de grupos, organizaciones, y en consecuencia, de la sociedad.
Desde
una perspectiva más amplia conduce también, a la posibilidad de obtener un
mayor y mejor desarrollo de: las personas, equipos, empresas, y de cualquier
clase de organizaciones e instituciones
CONFLICTOS
FUNCIONALES Y DISFUNCIONALES
Con
lo dicho queda claro que podemos hablar de la existencia de dos clases de conflictos: a)
Conflictos Funcionales. Aquellos con un enfoque utilitario con
signo y orientación que conducen a resultados positivos. Por
esa razón y por sus consecuencias objetivas, se debe asumir el riesgo de
estimularlos y provocarlos. Esta realidad que, corresponde a líderes de
cualquier nivel realizar, es en gran medida, lo que ha permitido a muchas
empresas, universidades y otras, generar
novedosas y creativas formas de descubrir nuevas posibilidades, enfoques y
aplicaciones. Es el tipo de conflicto que hay que promover porque conduce
inexorablemente a progresar, avanzar, mejorar.
El
problema es que, existe también, otro tipo de conflicto muy común, de
percepción, contenido, resolución y resultado negativo. Se trata de los
llamados Conflictos Disfuncionales. Aquellos que por sus consecuencias,
generalmente dañinas, es esencial intentar resolverlos cuando están en la fase
de incubación: en el ámbito de diferencias. El objetivo es, intentar mediante la adecuada,
oportuna y profesional gestión, detener
y de ser posible, impedir su escalada lo más rápido que sea factible. Ello con
el fin de evitar daños mayores que, sin duda, se derivarán de su tardía o
inadecuada gestión.
CONFLICTO
EN Y CON CATALUÑA: MI PERCEPCIÓN
El
que de nuevo escriba sobre este tema viene motivado por el actual Conflicto
Abierto, al que se ha llegado en Cataluña, por
no haberse gestionado en el ámbito inicial de Diferencias. Tampoco
cuando al ir aumentando bien “alimentado” alcanzó el nivel
de Conflicto. La falta de acción de los responsables de
parte y parte, y la permanente ausencia de una adecuada y oportuna gestión, es
lo que ha permitido que hoy sea un grave y amplio (incluye miles de personas,
entidades, instituciones, poderes, etc.) conflicto abierto.
Espero,
mediante los comentarios y aportes que siguen, ser capaz de relacionarlo,
aunque será de manera relativamente superficial, con el proceso habitual que se
debe llevar a cabo para la “Gestión y Resolución de Conflictos”.
Quiero
inicialmente resaltar y hacer énfasis en que la gestión adecuada y temprana del
conflicto es fundamental. No hacerlo permite aseverar que: cuando no se gestiona bien y a tiempo, se están creando las condiciones
para que, en la mayor parte de las ocasiones, se lleguen a producir inmensos
daños en todos los implicados. Personas, empresas y otras entidades e instituciones
En
el caso que nos ocupa, percibo no
gestión del proceso, o de haber existido algún intento, pésima gestión del mismo. Situación cuyo
origen se remonta a varios años de despropósitos, y una serie de hechos
ocurridos en el tiempo, que han llevado a lo que hoy se percibe como claro deseo secesionista de parte de la
población de Cataluña.
No
hay más que ver lo que está sucediendo a día de hoy, cuando se están alcanzando
ya, niveles peligrosos por la nula gestión llevada a cabo y por cómo se ha
venido, poco a poco, “alimentando el monstruo”. Desde mi
percepción, considero que ha predominado el dejar hacer, dejar pasar,
hasta permitir que la situación se
rebose y desborde.
Al
hablar del tema, no deseo meterme en los asuntos políticos y menos aún, en
hechos históricos que cada parte en el conflicto, entiende, interpreta y manipula
a su conveniencia. Queda para mi claro
que se trata de un conflicto de índole, esencialmente, política que al no ser
gestionado en lo más mínimo en sus comienzos, su avance y desarrollo, se ha
dejado llegar a extremos, a día de hoy, indeseables, peligrosos.
Por
lo señalado, voy a ser superficial histórica y políticamente. No soy conocedor
y prefiero no comentar lo que no sé. Pero basándome en la Teoría de Conflictos, que
si conozco y que he manejado en diversas ocasiones para resolver conflictos,
daré mi humilde interpretación acerca de lo que creo haber percibido en este
caso. Insisto en que se trata de mi percepción guiada por el modelo de gestión
de conflictos que utilizo.
Para
mí el gran fallo, visto de manera general, radica en el Gobierno de la Nación,
y en aspectos ideológicos del partido actual en el gobierno. Cuando no eran
gobierno, sino un partido en la oposición, de varias formas azuzó y alimentó el
conflicto: 1º.- Al objetar el nuevo Estatuto
Catalán de tiempos de Maragall. 2º.- Al pedir firmas, por todo el país, en
contra del mismo. 3º.- Al impugnarlo
ante el Constitucional. 4º.- Posteriormente, al no actuar de forma madura y
coherente, siendo ya gobierno, contribuyendo así, a que las diferencias y
discrepancias iniciales, hayan ido incrementándose, hasta llegar a escalar de
manera continua y alcanzar finalmente el nivel de Conflicto Abierto. Conflicto conocido en la jerga de “Gestión de Conflictos” como: “Guerra a muerte”. Considero que en ese
punto estamos en la actualidad.
También
es verdad que los comportamientos de los catalanes, y muy especialmente, de los
dirigentes, ha sido de lo más inmaduro y oportunista. Primero intentando
pescar en aguas revueltas y ocultando sus trapos sucios de la corrupción. Luego
con la huida hacia la independencia.
Después de unos años de continuo goteo, “el
vaso al final se llenó y se rebosó”.
Considero esencial tomar conciencia
de que la actividad de gestión o mediación para la solución de conflictos tiene
que ser percibida y realizada como: un proceso de duración variable en el
tiempo. En el mismo, se trabajan
y exploran hechos y contenidos ocurridos durante un tiempo. Los pasos
fundamentales por los que es necesario transitar y el tiempo necesario para
resolver cada componente del conflicto, le da el sentido de proceso. No es una foto, una instantánea, es más bien una película que contiene una
“historia”. Generalmente, con un pasado, un presente y un futuro a construirse,
con desenlace final idealmente positivo. Hay
conflictos con “poca historia” pero,
con frecuencia, nos enfrentamos a conflictos y situaciones problema con largo
tiempo de “incubación”, “desarrollo” y con “una larga historia”; tal y
como el que nos ocupa.
QUE PLANTEAN ESPECIALISTAS
Estudiosos
de procesos
de resolución de conflictos han llegado a la conclusión de que se puede
hablar de tres etapas, ya citadas, desde que surgen las primeras discrepancias,
percepciones o diferencias iniciales, hasta llegar al conflicto abierto.
Los
conflictos se inician siempre en una primera fase denominada de DIFERENCIAS:
Discrepancias, desacuerdos, distintas percepciones, sentimientos y emociones
dispares, comunicación deficiente, desconfianza, no escuchar con claridad, y
otros. Las Diferencias, se deben
gestionar de inmediato, tan pronto
alguien las detecta, y siempre que esté dispuesta a aclararlas y confrontarlas,
ya sea: a) Que alguno
de los implicados tome la iniciativa. b)
Que lo haga una tercera persona
entrenada, sin importar si es: colega, líder, jefe, mediador, coach, u otro. Lo esencial es que tenga unas competencias mínimas para abocarse a ello.
En ese ámbito de diferencias, es relativamente
fácil gestionar y resolver la situación evitándose que vaya a más, que
escale. Lo que sin duda ocurrirá si no se actúa a tiempo. Es lo que ha
sucedido con el conflicto catalán. Se lo ha ido alimentando con diversas
acciones y un sin número de omisiones por parte de los implicados en la pugna.
Pero como ya comenté: el conflicto siempre tiende a escalar,
a ir en aumento, si no es rápidamente resuelto. Ejemplo claro: el vaso
de agua que gota a gota va aumentando el volumen de líquido hasta que se
desborda. Se fueron acumulando de parte y parte: discrepancias, distorsiones,
manipulaciones, mentiras, malos entendidos nunca aclarados, percepciones
distorsionadas de la realidad, cada quien viendo lo que deseaba ver, hasta que
se transformó en conflicto. Alcanzó
el segundo estadio de evolución.
La
fase de CONFLICTO
significa que: como dirigentes, políticos, creadores de opinión, tergiversadores de la
misma, líderes o mediadores, durante el avance del mismo y el paso del tiempo,
fueron desperdiciado muchas oportunidades de resolución. No hubo un claro y
genuino interés por resolverlo. Ni aún lo hay. Para llegar al nivel de
conflicto, los grupos, instituciones, personas implicadas se han enfadado,
insultado, discutido y ofendido en diversas ocasiones. Se han hecho daño, han mentido,
se han agredido física o psicológicamente, y se
sienten mal mutuamente.
Con cierta frecuencia esas
agresiones han herido sentimientos, más o menos profundos, lo que va
produciendo y acumulando rencor, mucho malestar y otros. Resolver el conflicto en esta fase,
va siendo cada vez más difícil por el deterioro que ha venido sufriendo la
relación. Para solucionarlo, se requiere poseer competencias en resolución de
conflictos y, demanda casi siempre, la intermediación de un tercero muy bien
capacitado en gestionarlos. Pero además de esa intermediación profesional
externa, se requiere contar con la disposición y aceptación de las partes en
pugna. Lo que depende en grado muy importante de poseer un elevado
nivel de madurez sicológica de las partes en conflicto. Algo de lo que no ha
habido ni una clara señal.
Me resulta claro, que en
el caso de Cataluña esa madurez sicológica no ha estado presente; todo lo
contrario. Se dejó llegar a un deterioro del proceso tal, que lo que ha privado
ha sido el enfoque más primitivo e inmaduro: “Yo gano, tú pierdes”. El problema es, que siempre que surge ese
estado de cosas, a la larga, ambos partes siempre terminan perdiendo.
Creo que es el reflejo del momento actual.
No va haber ganadores a menos que alguien con suficiente poder decida actuar de forma madura, desde el punto
de vista sicológico, se arriesgue a parar esta locura y decida
sentarse, de forma madura y negociar, comunicarse, escucharse.
Como por ahora no ha sido
el caso y han continuado sucediéndose eventos dolorosos entre las partes, el
“vaso se ha llenado”, y en consecuencia se ha llegado al tercer nivel de
conflicto, el: CONFLICTO ABIERTO.
Aquí se trata ya de “guerra
a muerte”. Las partes contrincantes no se hablan, se odian, se hacen
todo el daño entre sí que pueden, directamente o con disimulo, etc., etc. Con
frecuencia además, lo que es más grave, en sus peleas han implicado a otras
instituciones, grupos y personas, lo que hace que sea de peores consecuencias.
En el caso de conflictos o peor, conflictos abiertos en empresas, grupos y organizaciones, con
mucha frecuencia se ven implicados otros de departamentos y unidades
diferentes. Cuando los conflictos son entre los responsables de las propias
organizaciones o entidades, caso del actual, lo más común es ver que los
seguidores están con sus referentes, de tal manera que, lo que se inició como
diferencias, posterior conflicto, y ahora “guerra a muerte” ya no sucede entre
dos personas, o grupos, se ha ido generalizando y es entre entes de gran
importancia y envergadura y tal como el actual que arrastra a cientos de miles
de personas.
Llegar a este punto ha
generado unos costes y daños ocultos inconmensurables para las partes en
conflicto; y todo, por no haberlo gestionado cuando surgieron y se percibieron
las primeras diferencias en su fase inicial. Es aquí donde achaco el fallo
fundamental al gobierno nacional, que por tener todo el poder, es a quien le
hubiera correspondido tomar la iniciativa.
El conflicto es inherente a la
naturaleza humana lo que le confiere
la condición de inevitable. La clave, por tanto, radica siempre en cómo se facilita o gestiona. La psicología
señala al conflicto, como uno de los procesos entre humanos, razón por
la que está siempre presente en cualquier actividad entre personas. Lo esencial es su gestión adecuada
y a tiempo.
Hoy la única solución es que alguien
con el suficiente poder ceda, y consiga hablar y negociar de forma madura,
teniendo en mente que no se puede dejar avanzar más la actual situación. De
todas formas, el daño hecho es inmenso. Tomará años, si se logra gestionar adecuadamente de inmediato, volver a
una situación normal, feliz.
¿Dónde están los gobernantes maduros? He ahí
nuestra cruda realidad.
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