Introducción
Siento que es importante para mí poder explicaros que es lo
que me lleva a escribir este post, dado su enfoque y contenido. El “disparo de
salida” se deriva de una serie de hechos ocurridos en la reciente campaña para
las elecciones nacionales del 28 de abril; las que como sabemos ganó Pedro Sánchez
y el PSOE.
Lo que estimula mi escrito, recoge el intento por entender
una serie de hechos sucedidos meses antes del periodo de campaña, y fuertemente
exacerbados durante la misma. Hechos llevados a cabo de manera repetitiva, “cansina”
que diría el personaje de José Mota, por los principales dirigentes de la
oposición, muy especialmente, Casado y Rivera. Cada uno con su marcado estilo
personal de “yo no fui”, además de la secuela histórica de sus partidos. Mientras
tanto los ciudadanos, la sociedad, el país… aparece en segundo plano. Lo
esencial: la batalla partidista. Se busca ganar como sea y a costa de lo que
sea, haciendo caso omiso del pasado reciente.
Hechos observados
Con cierta frecuencia me surgen inquietudes que considero relevantes
debido al impacto que suelen tener en la sociedad, y al mismo tiempo, sobre
muchos ciudadanos entre los que me encuentro. Me refiero, a hechos y
comentarios relacionadas con comportamientos que se me hace difícil comprender,
aceptar y siempre concernientes con hechos o situaciones que percibo de:
agresión y maltrato exagerado, a veces de desprecio, dado mediante la excesiva
utilización de: insultos, mentiras, cuentos, falsedades, argucias y otros por
el estilo, que pudimos escuchar hasta el cansancio y vergüenza, durante el
periodo previo a las elecciones del pasado mes de abril. Las mismas, fueron utilizadas
a diestro y siniestro con total impunidad y profusión, por varios políticos de
la oposición, que gran cantidad de ciudadanos habrá quizás olvidado.
Personalmente, los he sentido tan exagerados y extremos que
no encajan en mi forma de sentir y percibir, máxime, cuando lo que está en
juego es el acto más serio y relevante de
la democracia: Ejercer libremente el voto. Aquello que manifestaban, y más,
las formas y modalidades como lo hacían estoy convencido de que resultó
aberrante para los ciudadanos. Por ello me ha causado bastante preocupación,
impacto, y por momentos, malestar. De ahí que me cueste tanto procesarlo y
asimilarlo.
Relacionado con ello, he contemplado con mucho agrado lo que
percibo como: lección de madurez,
seriedad y respeto mutuo, aportado por la ciudadanía mediante el resultado
final de la votación, que a mi modo de ver, ha servido aparentemente, para que
varios de esos dirigentes se calmaran y tranquilizaran a sus acólitos con la
finalidad de comportarse, algo más respetuosos, comedidos y mostrando un grado
mayor de madurez, durante la campaña actual para las elecciones municipales,
autónomas y europeas, que se votarán el venidero 26 de mayo.
Ahora no percibo tanta agresividad, insulto y slogans repetitivos, los hay, pero más
decentes. Los dos líderes de la oposición y sus acólitos, se muestran más
comedidos. Sí continúo escuchando cientos de mentiras, pero parece ser que en campaña electoral las mentiras son parte
del lenguaje y contenidos usuales, comúnmente aceptados. Qué malo.
Dentro de este ámbito de cosas, con cierta frecuencia me
pregunto también: ¿qué es lo que creen acerca de sí mismos varios de estos
dirigentes, además de otros que pertenecen a la dirección de sus partidos, cuando
asumen frecuentemente ante los medios, el
papel de adivinadores, capaces de
anticipar casi con toda certeza, lo que va a suceder? Lógicamente, sin tener
una base real. No importa, ellos son poderosos, lo saben todo y acerca de todo,
y suelen hacerlo como si nada. Acostumbran
a afirmarlo con total certeza.
Tengo también la percepción de que se pasan, se extralimitan
en cuanto hablan de los otros. Pienso
que todo ello forma parte del conjunto de mentiras, ficciones que inventan, relacionando
y tergiversando hechos, sucesos, e inclusive aquello que está, según ellos,
“con toda seguridad” por ocurrir.
Otro aspecto común que resulta incómodo para ellos, y más
para uno, es cuando se les hace una pregunta y la desvían y tergiversan, “yéndose
por la tangente”, citando a continuación textualmente “el discurso habitual,
que sueltan como partido, de manera repetitiva”. Responden aplicando la
“lección aprendida” que todos corean como robots.
También molesta como ciudadano, cuando los veo actuando como
energúmenos mal educados y casi, como creyéndose perfectos. De lo contrario, no
dirían ni harían muchas de las cosas y acciones incomprensibles, basadas en
mentiras y engaños, que personas dentro de los estándares de normalidad nunca
se atreverían. Y esto sucede también de manera desvergonzada en el Congreso y
Senado. Ser político a esos niveles es para algunos algo como poseer “patente
de corso” que les autoriza a decir y hacer lo que les da la gana, de quien les
da la gana, habitualmente, referidos a alguien de otro partido competidor a
quien se esfuerzan por descalificar.
Considero que lo descrito nos debe llevar a reflexionar
acerca de estos hechos con los que convivimos todos los días, y sobre los
cuales tengo la impresión de que no los comprendemos o no los valoramos con la
necesaria claridad.
En el presente caso la reflexión que hago va en la línea de intentar comprender a nuestros políticos,
debido al gran impacto positivo o negativo que tienen sobre la vida de los
ciudadanos y sobre el país. Lo que he señalado y mucho más que podría describir,
lo hemos visto ocurrir en la vida política nacional de manera continuada, pero
de manera muy exacerbada, durante los pasados 10 meses. Desde la "moción de censura"
contra la corrupción y deficiente gestión de gobierno anterior del PP.
Aunque el periodo de campaña
electoral es, aparentemente, de quince días, la verdad es que generalmente
resulta durar meses. Desde que se tiene noción de que habrá elecciones, muchos
políticos y partidos comienzan a actuar y comportarse, tal y como lo harán al estar
en plena campaña “un poco a lo bestia”,
tal como lo he señalado. Y realmente, me he quedado corto.
¿Por qué la situación descrita es
verdaderamente alarmante?
¿Por qué me preocupa y quizás molesta tanto? La respuesta
que me doy es, que me parece grave, arriesgado y vergonzoso que la mayoría de
nuestros políticos, y más en periodos como el señalado, se comporten exhibiendo,
realizando comportamientos que corresponden a personas inmaduras
psicológicamente. Con muy baja madurez, y es peligroso.
Lo veo además como realmente peligroso por el poder en juego,
y peor, por el impacto de uso del mismo en decisiones, conductas y acciones con
carga política y partidista. ¿Y mientras tanto, el país y los
ciudadanos qué? No se trata de la forma de afrontar la gobernanza, de procesos
de elecciones para cambiar o ratificar un gobierno; es que hasta en el
Parlamento Nacional, casa de la democracia, manifiestan cuando quieren hacer
fuerte oposición, comportamientos inmaduros, descontrolados, y, por tanto,
peligrosos, deleznables, y propios de chusma descontrolada. Es
que estamos hablando de daños que se infringen a un país del primer mundo desde
las manos de unos inmaduros.
Veamos qué es lo que os quiero transmitir. Para facilitar la
comprensión, intentaré dar respaldo
científico a algunas de mis afirmaciones sobre el uso del poder. Para ello
hecho mano de
teorías
científicas sobre el desarrollo de la personalidad de los humanos.
Reconocidos científicos e investigadores como han sido: Freud,
Piaget, Erikson, Sullivan, Hartmann, Kohlberg, Fromm, Loevinger y otros, han
hecho planteamientos esenciales sobre desarrollo
humano, también conocido como desarrollo del Yo (Ego). El tema es, lógicamente difícil y muy complejo. Se trata de explicar cómo se produce el
desarrollo psicosocial del ser humano.
En el presente caso utilizaré, una vez más, los trabajos de la psicóloga
e investigadora Jane Loevinger PhD,
realizados sobre Desarrollo del Yo, (Ego
Development). Integró muchos de los conocimientos planteados por los otros investigadores,
para crear su modelo. Personalmente, utilizo el modelo de Loevinger, por ser
dentro de la inmensa complejidad del tema, el más fácil de comprender y
aplicar, tanto para conocedores como profanos.
En mis estudios de Máster realizados en USA, entré en contacto con su modelo. Lo he utilizado en
procesos de cambio y mejora de organizaciones. Nos ha permitido disponer de un marco de referencia serio, probado,
que facilita comprender y visualizar, comportamientos que no siempre es fácil
comprender. Nos ayudó a entender conductas y reacciones de personas, ante lo
que a nuestra manera de ver percibíamos como cambios de comportamiento que les
favorecerían y que, sin embargo, de manera incomprensible, con frecuencia rechazaban
sin darse tiempo siquiera de ver si existía la posibilidad de que les
beneficiara en su trabajo y desempeño futuro.
El enfoque de Loevinger es de aplicación relativamente fácil y de utilidad
práctica, por estar elaborado y descrito sobre la base de “comportamientos humanos observables que tipifican las etapas y niveles
del desarrollo del Yo y de la personalidad”. Son comportamientos que
observamos en la realidad cotidiana, de ahí su practicidad y utilidad para
comprender algo tan complejo como es: la conducta humana. Las
descripciones de Etapas y Niveles de desarrollo que enumeraré y que
desarrollaré en la venidera entrega, fueron aplicadas, enriquecidas y adaptadas
al mundo de las Organizaciones (de cualquier índole: Parlamento, partido, grupo,
empresa), por Harry Lasker PhD, Profesor de la Universidad de Harvard, y por Vic
Pinedo PhD, de la Universidad de Florida, ambas de USA, con los que tuve además
oportunidad de estudiar y trabajar.
Conocer el modelo de las seis-nueve
etapas del Desarrollo Humano de Jane Loevinger, os va a permitir ver y comprobar
lo que he afirmado acerca de: como la
mayor parte de las conductas y comportamientos mencionados, se corresponden con
conductas, actuaciones y comportamientos propios de personas con baja madurez
psicológica. Lo que es lo mismo comportamientos,
conductas y acciones propias de individuos de baja madurez.
La posible curiosidad que haya podido despertar en vosotros quedará
satisfecha en unos diez o doce días cuando publicaré, para no hacer
excesivamente largo el presente, en el siguiente post, el modelo de Desarrollo de Loevinger.
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