Finalizando el
anterior post, comentaba: “El problema es
cuando alguien, por circunstancias de su entorno de crecimiento y desarrollo, se
ha quedado estancado en la primera o segunda etapas del proceso, y señalaba que,
ese atasco puede ser de por vida, a menos que suceda algo que haga evolucionar
a la persona y continuar madurando”.
Comprender esto, es clave para entender por
qué hay personas adultas que deberían estar en una fase de madurez más acorde
con su edad cronológica y, sin embargo, actúan y se comportan como aquellos que
están en las “Etapas Impulsiva y
Autodefensiva”; mostrando con relativa frecuencia o cuando les resulta
conveniente, comportamientos inmaduros, rudimentarios.
Esas personas son una minoría, pero existen
más de las convenientes, tanto para la sociedad, como para otros tipos de
organizaciones donde actúan. Entre ellas, por ejemplo, partidos políticos, que
es lo nos incumbe hoy o también, en diversas modalidades de empresas privadas,
públicas, medios de difusión de masas, y otros modelos de organizaciones.
Las características y comportamientos ya citados
de la Etapa Impulsiva, son lo normal,
usual y corriente, dentro del proceso de crecimiento, desarrollo y evolución de
todo ser humano, desde que se nace y como parte del camino a recorrer para
alcanzar etapas superiores y la madurez. Esta Etapa I, va desde los cero años
hasta aproximadamente los seis años de edad (0 a 6), dentro de lo que representa
el desarrollo normal, usual, de cualquier humano. Esto a su vez, deja ver cuán
inconveniente puede resultar para un país o una sociedad, el hecho de que
muchos de los que ostentan el poder actúen y se comporten de esta forma tan
inmadura e inconsciente. Esto es básicamente, lo que trato de hacer comprender
al abordar este tema.
II.-
SEGUNDA ETAPA: PERSONALIDAD AUTO-DEFENSIVA
Continuando con personalidades inmaduras, prestemos
ahora atención a los rasgos, características y comportamientos que identifican
y se manifiestan en la Etapa II, donde como se verá, en
algunos aspectos se avanza bastante, pero la mayoría continúan siendo
comportamientos que dejan aún mucho que desear en cuanto a madurez, debido a sus
deficiencias, a la hora de intentar alcanzar una buena convivencia. Algo clave
en política. Esta Etapa, se caracteriza
también por corresponderse con comportamientos
manifestados por personalidades inmaduras. Es posible observar alguna mejora
comparada con la Impulsiva,
pero no mucha, son pocos los cambios.
Las actuaciones y
rutinas características de esta Etapa II,
se manifiestan en aquellas personas que se han quedado estancadas en la misma
son (en
negrita, descripciones de Loevinger):
·
Hay
reconocimiento de las normas, pero las usa para su propio beneficio y
satisfacción: “lo que me conviene es bueno y lo que no, es malo”. Como
se puede ver, es una conducta puramente oportunista.
Lo hemos visto y vivido, a lo largo de los meses pasados y aún hoy, con las
negociaciones para ver quien gobierna donde y con quien. Se está manipulando,
engañando, tergiversando, todo lo posible. Me
aprovecho de todo aquello que me conviene. Lo esencial no es “lo que pueda resultar más conveniente para
el país”, eso termina siendo secundario, lo esencial es lo que me conviene
a mí o conviene a mi partido.
·
Malo, es
igual a ser descubierto. No existen aún sentimientos de culpa como sanción. Igual que en la anterior etapa. No se ha
madurado nada al respecto. Mientras no se
nos descubra la “maniobra, trampa, corruptela” nos sentimos muy bien por lo
hábiles que hemos sido al obtener, por años, meses, los beneficios y resultados
que buscábamos. Claro, esto sucede también en otros ámbitos. No hay
capacidad real de autocrítica. No hay presencia de remordimiento como sanción.
Tardará un tiempo aún en aparecer, será en la siguiente Etapa.
·
No posee
capacidad de auto-crítica. El
escaso nivel de desarrollo alcanzado, el más bajo según el modelo de “desarrollo moral” (Kohlberg), explica su
incapacidad para realizar un real y verdadero análisis y la consecuente
autocrítica. Por ello, no hay cambio, ni mejora. Las acciones, los hechos y las
faltas cometidas no producen ningún tipo de pesar, arrepentimiento, ni
preocupación, aunque se trate de hechos y acciones censurables e inclusive, punibles.
Si además eres de la creencia que te dice” tus pecados te serán perdonados”,
listo: “Patente de Corso” y para
adelante.
·
Tiende a ser
oportunista, vivo, mentiroso e irresponsable. Parece que Loevinger estuviera, hace
cincuenta años, describiendo las características y comportamientos usuales de
nuestros políticos, durante la “campaña
electoral” para las elecciones presidenciales y municipales, que
recientemente disfrutamos. La crispación, irresponsabilidad, mentiras,
insultos, engaños, etc… aunque en éstas últimas bajara un poco el tono. Los
comportamientos quedan descritos a la perfección.
Pero,
os recuerdo que estamos hablando de actitudes y conductas de algunos de
nuestros dirigentes políticos quienes generan gran impacto en el país con esas
actuaciones. ¿En manos de quienes estamos? ¿Cuáles son sus prioridades como
posibles dirigentes futuros, hoy en la oposición? ¿Dónde quedan los serios
problemas que confronta nuestro país?
·
Les preocupa
cómo ejercer control, dominar y aprovecharse de los demás en sus relaciones con
otros. Necesidad de poder personal. Al
igual que la descripción anterior, parece calcado de la realidad política
actual. No sobra nada. Si faltan muchas otras conductas despreciables. La
búsqueda del poder personal, les lleva a ver con cariño y total aceptación
gobernar como sea, increíble, aunque sea con la extrema y ultra derecha, y sin
remordimiento.
·
Suele ser:
desconfiado, inseguro y sinvergüenza. Un
dechado de atributos para un político. Así los vemos, actuarán: engañándonos,
mintiendo continuamente, crispando, indecisos, no comprometiéndose, no fiándose
sino de los que conforman su grupo, su partido. A veces ni eso. Su inseguridad,
debida fundamentalmente a la baja madurez hace que sea desconfiado, razón por
la que, a su vez, es difícil creerles y poder confiar en ellos.
·
Ve el
trabajo como algo molesto, desagradable. Razón por la que lo evitará siempre
que pueda. Se deja ver
claramente porqué, en muchos casos, buscan vivir de la política. Es obvio que
existen innumerables y valiosas excepciones. El no tener un gran amor por el
trabajo, el esfuerzo, el compromiso y por otro, la búsqueda y posesión de
poder, especialmente personalizado, para mandar, gobernar, dirigir, es
compatible con esta descripción.
·
Su relación
con otros es de gana-pierde. No es capaz de concebir el que los dos puedan
ganar y menos, la colaboración.
Acuerdos, pactos, colaboración, compromisos llevados a cabo honestamente, es
terreno vedado. Son muy difíciles de alcanzar y peor, de mantener. Es
interesante aclarar que el origen de esa dificultad proviene esencialmente del
nivel de madurez no suficientemente desarrollado aún, más que del propio deseo
de hacerlo. Su falta de bagaje se lo dificulta y hasta se lo impide. De ahí
tanta lucha de poder interno. Con estos mimbres, esta fase actual de pactos y
concesiones de parte y parte, será algo verdaderamente compleja de alcanzar y
más aún, de mantener en el tiempo.
·
Vivir es la
vida fácil, con mucho dinero y cosas bonitas. ¡Permiso para ser corrupto!, para malversar
y hacer proyectos y obras inútiles, faraónicas, pero donde puede haber mucho
del famoso 3%, y mucho más. Es, como se puede observar, un tipo de comportamiento,
en general, muy superficial, voluble, frívolo, presumido, narcisista, etc.
Inmaduro.
Una
denominación bastante clara y precisa de estas personas, en general es, la de Oportunistas. Siempre están buscando obtener
de manera interesada, manipulativa, abusiva, egoísta, aprovechada, ventajas de
cada situación en la que se implican. Solo buscan su beneficio y como mucho, el
de los “suyos”.
Aunque en la Etapa II se observa algo más de madurez, sigue siendo, desde
la perspectiva de la situación de trabajo, de enfrentar el mundo, de funcionar
en las organizaciones, de sus actuaciones en la sociedad, y más, de la gestión política,
una personalidad inmadura, aprovechada, bastante conflictiva, tal como se
desprende de la ampliación del contenido de los rasgos y comportamientos
señalados por Loevinger.
Una de las primeras dificultades que podría
presentarse al trabajar con personas con esta baja madurez es, que aprovecha
las leyes, reglamentos y normas para sacar beneficio propio de las situaciones,
con menoscabo para otros. Es el tipo de persona que, aunque cometa una
fechoría, algún delito, pequeño o grande, como aún no tiene la capacidad de
autocrítica desarrollada, no le produce malestar, no hay remordimiento. Además,
si logra que no le descubran se siente estupendo, porque “lo ha hecho tan bien y ha sido tan inteligente y vivo, que no le han
descubierto”.
Se trata de adultos oportunistas, que intentan
obtener un beneficio individual, egoísta, de las situaciones y hechos. Suelen
ser personas especuladoras, abusadoras, aprovechadas, sin vergüenza, mentirosas,
e irresponsables, lo que les da, según su percepción, permiso para aprovecharse
de otros, en la empresa, el partido, o de la sociedad, etc. Suelen ser
individuos cuya motivación predominante es la búsqueda de poder en la vertiente
de Poder Personalizado (David McClelland). Sugiero a los lectores releer
las características dadas, para comprender mejor en manos de quienes estamos
los ciudadanos de este país.
Dominar y controlar a otros, reflejan comportamientos
y acciones, que observamos diariamente, especialmente en políticos, quienes
parecen descritos “al pie de la letra” según señalé. Aclaro, no se libran algunos
empresarios, directores de medios, banqueros, y otros, cuyos comportamientos no
pueden ser más autodefensivos y oportunistas, de ahí la tan cacareada
desigualdad que existe en nuestro país. Que, además, va empeorando. Claro…
En esta Etapa II, las relaciones con otros son
esencialmente, de gana-pierde. No
conciben aún, situaciones en las que todos puedan ganar. Un mejor
reparto, más equidad. De ahí, que provoquen muchos conflictos de difícil
solución. Pedir a personas con esta madurez que colaboren con otros, que
trabajen en equipo, es casi imposible de lograr. El problema mayor es, que,
aunque quieran hacerlo, por su escaso desarrollo, se les dificulta mucho.
Por su baja madurez suelen ser personas
psicológicamente inseguras, de ahí la fuerte motivación hacia el poder
personal. Es la “coraza necesaria” para cubrir y disimular, su
inseguridad e inmadurez. Esa misma inseguridad los lleva a ser desconfiados con
los demás, de ahí, que en sus relaciones con otros trate siempre de sacar
provecho personal y abusar de su poder sobre otros, siempre que pueda. Con más
frecuencia de la deseable así lo hacen. Imaginaros un jefe, directivo, mando,
con este nivel de desarrollo. Existen, de ahí los frecuentes casos de abuso, acoso y otras modalidades, donde el personal de la
organización es vigilado, controlado, amenazado y maltratado. De ello, se
deriva el común rechazo a los “jefes”.
Por todo lo indicado, no se puede esperar de
estas personas que sean o lleguen a ser buenos trabajadores, menos aún buenos
empresarios o directivos, y mucho menos aún, buenos políticos. Pensemos en lo
que nos está ocurriendo y a cuantos hemos visto, y vemos a diario, actuar
de manera oportunista, cortoplacista, en consecuencia, no
propicia para la sociedad y menos aún, para el país. Por ello el post previo al
anterior (mayo 18), se titulaba: “Una
realidad que tiene que cambiarse”.
Cambiar la situación general descrita requiere
obligatoriamente, poseer y actuar con un mayor nivel de madurez, algo que
comentaré en la próxima entrega.
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