Con el
anterior post culminé, por fin, la explicación más o menos detallada acerca de
la importancia que doy, con objeto de promover
y conseguir cambio en cualquier ámbito o entorno, a la adecuada - congruente, consistente
y
consciente - aplicación de los
cinco instrumentos o herramientas para influir y modificar el comportamiento o
conducta de otros. En esto radica su gran trascendencia. Son el instrumento
fundamental para producir CAMBIO, individual y/o masivo.
Y hablando de cambio, es
lo que considero que necesita nuestro país. No se puede permitir que gran parte
de lo logrado en los últimos 37 años con tanto trabajo, esfuerzo y sacrificio
de muchos, esté siendo deteriorado, a veces destruido, como ha sucedido en los
últimos seis años, por partidos políticos, grupos y personas, que se han mostrado
corruptas, y que profesan ideologías egoístas, donde el “dios” es el dinero; y la
“religión”, los dogmas y prácticas que
rigen hoy el sistema económico y financiero, que lo amamantan y hacen
crecer, sin preocuparse de las consecuencias y secuelas sobre las personas, de
manera profusa y especulativa.
Considero que no podemos
continuar soportando estas prácticas que se basan en ideologías liberales y
capitalistas salvajes, que han demostrado sus efectos perniciosos hasta el
extremo de llevar una vez más, mediante lo que se ha denominado como
“austericidio”, a millones de ciudadanos a la ruina, sufrimiento, y en algunos
casos, hasta la muerte anticipada.
Para ello, es indispensable
cambiar nuestra realidad democrática actual. Lamentablemente no tengo claro
ni cómo, ni con quién. Sí sé que no pueden ser quienes lo permitieron, aquellos
que lo han llevado a cabo y que han conseguido que hayamos retrocedido años en
derechos individuales y sociales, tal como viene ocurriendo los días, cuando el
partido de gobierno “pasa en el
Parlamento la aplanadora de la mayoría absoluta. Ellos lógicamente no pueden ser el cambio, y la solución de futuro.
Sería más de lo mismo.
Por lo expuesto, pienso
que es necesario contar con otros que, posiblemente, están en los movimientos
ciudadanos que han surgido en años recientes con la finalidad de mediante protestas
y marchas, frenar, reclamar y lograr en lo posible, parar los desmanes y el
desmantelamiento de valores y prácticas democráticas. Al mismo tiempo que se
dan pasos hacia otra realidad y forma de gobernar y de democracia posible. Eso
sí, sin extremismos ni locuras, y sí contando más con la participación real del
ciudadano de a pie y no tanto con “aquellos
que adoran al dios dinero y sus cuasi sagradas instituciones”.
Una de las claves de una
democracia sana, transparente, más igualitaria, radica en uno de los instrumentos
de influencia explicados: La Participación.
Pero una
participación real, verdadera, en la que cualquiera, contando con los
mecanismos adecuados pueda influir en
las decisiones, que sus opiniones sean verdaderamente tomadas en cuenta, y que no
se reduzca al limitativo acto de depositar un voto cada cuatro años al que,
además, asistimos condicionados frecuentemente por falsas promesas y una
publicidad engañosa. Tal como ocurrió con el partido actual de gobierno y como
está empezando a suceder ante el periodo electoral que se avecina. Honestidad, sinceridad y transparencia
son la clave para establecer mecanismos de confianza mutua gobierno- ciudadanos.
Pero que realmente, aporten credibilidad a las promesas de futuro.
Ya es hora de que
asumamos, desde el punto de vista de la madurez psicológica propia, las riendas
acerca de por dónde queremos que vaya el país. Se requiere contar con
individuos y/o grupos que vivan en base a los principios, valores y
comportamientos que conforman la Ideología y la Cultura Socialindi, a la que me
he venido refiriendo y que destaco
nuevamente.
PRINCIPIOS,
VALORES Y COMPORTAMIENTOS SOCIALINDI
Educación, cultura, espíritu
crítico, desarrollo moral, integridad, autenticidad, responsabilidad, respeto
por el potencial individual, estímulo de su auto-estima, superación, libertad,
logro, cooperación con otros, respeto mutuo, igualdad vs. desigualdad,
tolerancia de sí mismo y de los demás, autoconocimiento, autonomía,
autocontrol, autocrítica, empatía, sinceridad, honestidad, responsabilidad,
altos estándares, buscar causas, indagar, curiosidad, iniciativa, creatividad,
dignidad, lealtad bien entendida, relaciones profundas con otros, colaboración,
moralidad y ética propias, sentimientos de culpa como sanción, vergüenza, clara
conciencia del yo y de los demás, comportamientos de introspección, aceptación
de los puntos de vista de los demás, estímulo al talento, a las
contradicciones, a la innovación, al cambio y otros, siempre dentro de estas líneas
de pensamiento y acción.
¿CÓMO HACER PARA IMPLANTAR
BIEN ESTOS VALORES?
Para la efectiva implantación de los mismos es
fundamental entre otros componentes la adecuada aplicación de los instrumentos de influencia. Son
herramientas psicológicas que promueven y facilitan el cambio y la mejora
continuada.
Ya he descrito en los
últimos post, lo poderosas que son y como contribuyen, bien utilizadas a: facilitar, desarrollar, formar, educar y apoyar el
desarrollo. Pero también, a todo lo contrario. Razón por la que señalo como esencial, casi diría vital que: “aquello que pretendemos lograr
al aplicar alguno de los instrumentos,
no lo echemos a perder, ni lo dañemos al utilizar de forma inapropiada algún
otro”. Lamentablemente, es lo que
ocurre más comúnmente.
Quiero decir que, si intento
influir en alguien para que cambie o modifique algún comportamiento,
utilizo por ejemplo la Comunicación,
y le explico cuál es el cambio que debería hacer, le aclaro el por qué es
conveniente, y además, le doy como muestra a imitar, el Modelo de alguien que tiene y manifiesta ese tipo de comportamiento
deseado. Además, lo motivo a Participar, buscando sus ideas,
comentarios, opiniones, etc. Pero resulta que luego no lo Refuerzo, ni lo premio, cada vez que desarrolla comportamientos
dirigidos hacia el objetivo; o lo que es peor, le dejo ver y le transmito,
posiblemente sin darme cuenta, Expectativas
negativas, que le dejan entrever, que en el fondo no creo que va a ser
capaz de realizar el cambio acordado.
De actuar así, es obvio
que no estoy siendo, ni consistente, ni
congruente, ni consciente. Lo que hice bien, al aplicar tres de los
instrumentos, lo he dañado con la deficiente aplicación de los dos últimos.
Esto confunde y desconcierta a la persona, que en el fondo, no sabrá con
claridad que se espera de ella, y la desorientará. “Lo hecho bien con una mano, lo deshice con la otra”.
Y eso que en el ejemplo
citado, al menos he aplicado bien tres de los instrumentos en un cierto momento
pero, siendo inconsistente con los otros dos. El problema real suele ser que la
mayor parte de las veces, la mecánica común es: se lo comunicamos, le decimos y
explicamos bien, pero luego lo echamos a perder con la aplicación no congruente
de los restantes cuatro instrumentos. Generalmente, lo hacemos sin darnos cuenta
del efecto que producimos y que suele tener impacto negativo y resultados
dañinos para el sujeto.
Tampoco podemos olvidar,
que esos mismos cinco instrumentos, cuando no se aplican bien o lo hacemos
inadecuadamente, son las mismas herramientas
mediante las cuales se manipula y
maniobra con el comportamiento de otros. Esto último es, lastimosamente,
bastante común en el mundo de: La política, en empresas, ciertos tipos de “negocios”,
en el mundo financiero, en el ámbito de la educación y formación, en organizaciones
diversas, en organismos gubernamentales, y en muchos otros ámbitos en los que
nos desenvolvemos a lo largo de nuestras vidas. Por lo señalado, nos debe
quedar completamente claro que resulta necesario aprender a gestionar bien los cinco
instrumentos, para poder modificar y mejorar situaciones que requieren cambio.
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