En las dos entregas anteriores del Blog me referí, en la 309, a la importancia que para empresas y organizaciones tienen las herramientas e instrumentos que facilitan una adecuada toma de decisiones. En la 310, hablé de la importancia y conveniencia de crear y desarrollar en las mismas, una cultura empresarial de participación real, verdadera, señalando varios de los beneficios y ventajas que, para cualquier tipo de organización productiva o de servicio, genera el hecho de poseer una cultura donde la verdadera participación del personal sea un valor dentro del proceso de gestión.
En la presente entrega 311, me voy a referir a otro poderoso instrumento, en este caso, de mayor índole psicológica, por lo que es bastante más complejo de aplicar bien y de gestionar. Sin embargo, cuando su manejo es el adecuado y, además, es práctica habitual entre los diferentes miembros de la empresa, al realizarse bien, contribuye de manera significativa al crecimiento y desarrollo personal, y del talento de cada uno. En consecuencia, favorece de forma clara un mejor funcionamiento de la organización. Me refiero a la adecuada utilización y gestión de las Expectativas, como herramienta de motivación, desarrollo e influencia, realmente potente.
Antes de entrar de lleno en el tema, haré algunas reflexiones motivadas por un artículo publicado el domingo 16 del presente mes, en el suplemento “Negocios”, del diario “El País”, donde publican artículos escritos por especialistas. En el caso citado, la autoría es de Carmen Sánchez-Silva, quien frecuentemente escribe excelentes artículos de máxima actualidad en nuestro país, siempre relacionados con el mundo de las empresas y los negocios en general.
Su título:” Cómo recuperar la ilusión de los trabajadores”. Y va acompañado de una reflexión importante en la que se destaca: “Con la mitad de las plantillas desmotivadas, algunas empresas se esfuerzan por cambiarlo: Confianza, iniciativa y compartir son claves”.
Señala la autora: “los datos son claros y se repiten. Seis de cada 10 profesionales españoles se sienten desmotivados en su trabajo sobre todo debido al bajo salario y a la falta de reconocimiento”. Y agrego yo, ambos fundamentales, pero con frecuencia el impacto más dañino es la falta de reconocimiento, ya que muestra que no se respeta y valora a quien realiza bien su trabajo, a la persona.
Se menciona al mismo tiempo que, según un estudio de la empresa Hays, “Cuatro de cada diez, se declaran quemados”, y añade, “Según una encuesta de la plataforma Cobee, uno de cada dos, no se encuentra motivado en su puesto por la monotonía, la falta de feeling con el jefe, la carga de trabajo, o la sensación de un salario inferior a su valía, dejando claro que el salario, no es lo esencial”. El salario, la remuneración final es muy importante, pero lo es mucho más, lo relativo a la persona: el trato, la confianza, el respeto mutuo, y otros por el estilo.
Es más que obvio que con estos sentimientos verdaderos, por parte del 50% o el 60% del personal que labora en nuestras empresas, que queda claro y es razonable que tengamos baja productividad como país, y en las empresas. Aclaro de una vez, que lógicamente hay excepciones, pero como digo siempre, son eso, excepciones, nunca lamentablemente la mayoría. Y eso que los motivos y las causas que se mencionan en el artículo son mínimas, no son todas. Existen muchas más. Y a eso, están dedicados por lo menos unos 200 post, de los 310 que llevo publicados en este Blog.
Precisamente, el desconocimiento y, por tanto, el inadecuado manejo, de los factores a los que me vengo refiriendo en ésta y en anteriores entregas recientes, explican con claridad el porqué de esta situación de baja productividad y de desmotivación generalizada en el ámbito nacional.
Me refiero a la presencia en casi todos los niveles de mando de nuestras empresas privadas y públicas, de directores no bien formados en la gestión de las personas, acompañado, además, por una fuerte necesidad de poder como principal factor motivador, lo que lleva a centralismo, burocracia, falta de flexibilidad, poca confianza en sí mismos y en los demás, y al desconocimiento absoluto acerca de la importancia de los factores soft en la gestión eficaz.
Lo señalado y muchos factores más, son lo que provoca tanta deficiencia en la gestión. ¿Cómo con todo esto en contra las personas van a estar felices y motivadas con sus trabajos, cuando se las priva de lo fundamental como personas: ¿respeto, confianza, y encima, por lo general, se las remunera mal, muy bajo?
La articulista señala también, “Algunos directivos se están percatando del “cansancio” de sus equipos y se centran en atajar ese problema tratando de conseguir una cultura más humana para sus empresas”. En el escrito, menciona superficialmente algunos casos reales. Pero el problema es, que son cinco o seis, bueno digamos que cincuenta, no llegamos a esa cantidad. ¿Cuánto representa esta minoría ante los cientos y miles de empresas y demás organizaciones del país, que siguen estando deficientemente gestionadas y dirigidas?
Debo dejar claro, además, que aun esas pocas que lo están haciendo bien, llevan a la fecha, por lo menos un retaso de 35 a 40 años en su intento de cambio y aplicación de estos instrumentos. Esto ocurre cuando se las compara con empresas de varios otros países que lo vienen aplicando y utilizando, la mayoría con gran éxito desde los años 80 y 90.
Volvamos al tema central de esta entrega. Quisiera resaltar que su contenido está 100% alineado con la problemática y deficiencias que señala en su artículo Sánchez-Silva.
Las Expectativas
La expectativa, mejor dicho, el adecuado manejo de las expectativas, juega un papel fundamental en nuestras vidas y tiene un poderoso impacto en nuestra conducta, motivación, comportamientos y actuaciones, y es de máxima utilidad en nuestra capacidad para influir, ayudar e intentar con éxito, y cuando es necesario, modificar el comportamiento y actuación de otros: Hijos, colaboradores, alumnos, etc. Es por tanto una herramienta muy útil y poderosa, para padres, maestros, profesores, líderes y otros.
Se trata de una herramienta psicológica que puede utilizarse de manera efectiva, tanto para motivarnos a nosotros mismos como para influir y motivar el comportamiento y el rendimiento de los demás. En este post, exploraremos su manejo, la importancia fundamental de las expectativas y, cómo pueden ser utilizadas de manera efectiva, apropiada, productiva.
Las expectativas se ven influidas por las creencias o suposiciones que tenemos acerca de cómo deberían ser las cosas, bien sea pensando en el futuro inmediato, como en algo más lejano. Son nuestras predicciones subjetivas y nuestros diálogos internos sobre lo que creemos que ocurrirá, los que nos condicionan. Ya sea en relación a nuestras propias acciones, logros y metas, o en relación al comportamiento y desempeño que esperamos de los demás. De ahí, su impacto poderoso en nuestra motivación y comportamientos, debido a que tendemos a actuar de acuerdo con lo que creemos que es probable que suceda.
Cuando se trata de motivarnos a nosotros mismos, las expectativas juegan un papel crucial. Si tenemos expectativas altas sobre nuestras propias habilidades y creemos que somos capaces de lograr nuestras metas, es más probable que estemos animados y pongamos un esfuerzo adicional para alcanzar esos objetivos. Por otro lado, si nuestras expectativas son bajas y no confiamos en nuestras habilidades, es menos probable que nos sintamos motivados y que hagamos el esfuerzo necesario para tener éxito. En este sentido, las expectativas positivas pueden actuar como un impulso para nuestra motivación y rendimiento.
Cuando se trata de influir en los demás, las expectativas desempeñan un papel crucial. Si expresamos expectativas positivas hacia los demás y les hacemos saber que creemos en su capacidad para tener éxito, es más probable que ellos mismos crean en sí mismos y se motiven a alcanzar sus objetivos establecidos. Esto se conoce como el “Efecto Pigmalión” donde las expectativas positivas de una persona influyen en el rendimiento de otra persona. Por el contrario, si expresamos expectativas negativas o dudamos de las habilidades de los demás, lo más seguro es, que su rendimiento y comportamiento general se vea afectado negativamente.
Para utilizar de manera efectiva las expectativas como instrumento psicológico para influir y motivar a otros, es importante tener en cuenta algunos aspectos clave. En primer lugar, es esencial ser realista en nuestras expectativas y tener en cuenta las capacidades y circunstancias individuales de cada persona.
Expectativas demasiado altas o inalcanzables pueden generar frustración y desmotivación, mientras que expectativas demasiado bajas pueden limitar el potencial y el rendimiento de las personas. Es importante encontrar un equilibrio entre el desafío y la capacidad de las personas para generar un ambiente motivador y estimulante. He aquí la mayor dificultad para la utilización de las expectativas.
Por otra parte, es fundamental comunicar de manera clara y efectiva las expectativas a los demás. Esto implica establecer metas y objetivos específicos, brindar retroalimentación constructiva y expresar confianza en las habilidades, capacidades y competencias de las personas. La comunicación abierta y honesta ayuda a crear un ambiente de confianza y motivación, en el que las personas se sienten empoderadas para alcanzar su máximo potencial.
Es importante destacar que las expectativas suelen con frecuencia verse influenciadas por factores externos, como la cultura, el entorno social y desde luego, las experiencias pasadas. Es crucial reconocer y superar los sesgos y estereotipos que pueden limitar nuestras expectativas y el potencial de los demás.
Estimulando una mentalidad de crecimiento, respeto mutuo, y promoviendo la inclusión y la igualdad de oportunidades, podemos ayudar a generar expectativas positivas y motivadoras para todos. Al menos, en todos aquellos que estén dentro de nuestro ámbito de influencia.
Las expectativas, son un instrumento psicológico poderoso que puede influir y motivar, tanto a nosotros mismos como a los demás. Al manejar adecuadamente las expectativas, podemos generar un impacto positivo en el rendimiento y en el desarrollo propio y/o de otros. Al establecer expectativas realistas, comunicarlas de manera efectiva, clara y promover una mentalidad de crecimiento, podemos aprovechar su poder para alcanzar nuestros objetivos y motivar a los demás a hacer lo mismo, con lo cual todos salen beneficiados.
http://www.bubok.es/libros/172773/Innovar-la-gestion
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