jueves, 5 de marzo de 2015

EXPECTATIVAS 1: IDEOLOGÍA SOCIALINDI (Parte 10)



Este quinto y último instrumento de influencia de índole psicológica es, de acuerdo con mi experiencia, el más difícil de aplicar por su complejo matiz psicológico. Posee una fuerza impresionante a la hora de inducir cambios, superación, y/o mejoras, de ahí que su adecuada y consciente aplicación sea esencial en manos de padres, maestros, profesores, dirigentes, políticos, otros.

Todos los seres humanos solemos sostener diálogos internos de los cuales, la mayoría de las veces no estamos conscientes, y en los que pensamos  en: deseos, aspiraciones, motivaciones, nuestras posibilidades futuras y otros.

Cabe destacar al hablar de las Expectativas y su importancia como uno de los cinco instrumentos para influir eficazmente en otros, los estudios y trabajos realizados por el Dr. Robert Rosenthal, quien ha señalado – “son muy pocas las personas que no podrían mejorar sus posibilidades, si simplemente esperasen, de forma continuada, más de sí mismas”.

Se la conoce, como “la profecía que se auto-cumple” y/o como “profecía que se auto-realiza”. Es conocida también, como, “Efecto Pygmalión”.   Ver el  video,  http://www.dailymotion.com/video/xfi1cw_efecto-pigmalion-el-poder-de-las-expectativas-r-rosenthal_school  

 

Pensad que significa lo señalado en cuanto a capacidad potencial y poder interno que no ha sido explotado por nosotros. Al respecto, existen investigaciones donde se demuestra que el ser humano, en general, ha subestimado significativamente sus capacidades, potencialidad y talento, debido a múltiples razones, generalmente ajenas a él, hasta en un 90%. Usualmente, debido a fallos, debilidades y deficiencias presentes en: el hogar, la escuela, estudios superiores, en el trabajo, etc., es posible afirmar que “lo que una persona realiza, ejecuta, logra, lo hace utilizando, usualmente, apenas entre el 10 y el 30% de su potencialidad, capacidades y talento. Entre el 70 al 90% no se llega a utilizar, no se aplica.

En todas las interacciones que los padres tienen con sus hijos, hay un mensaje con un contenido que lleva siempre una carga de expectativa, que puede ser de índole positiva, que ayuda y estimula el proceso de desarrollo y educación del hijo, o de impacto opuesto. Depende de la carga positiva o negativa que contenga el mensaje.

Algo parecido ocurre con maestros que trabajan con niños en pleno desarrollo y formación de su personalidad. Las expectativas negativas pueden ser tremendamente dañinas, muy destructivas, afectan muy negativamente la autoestima del niño. Las positivas, lógicamente, tienden a producir el efecto contrario. Y todos conocemos casos reales de una y otra aplicación.

 
En el mundo de las empresas y en cualquier otro tipo de organizaciones, su adecuada aplicación es clave debido a su fuerte impacto en la motivación de las personas, en el tipo de comportamiento que se obtiene de los colaboradores y, en el rendimiento y calidad del trabajo que realizan. Dada su relevancia, existe una teoría de la Motivación Humana, que comentaré más adelante, basada en la Expectativa. Destaco que todo lo publicado en este Blog, va en la dirección de cómo hacerlo bien. Lo que lleva implícita siempre, la adecuada utilización de los cinco instrumentos de influencia. A la fecha, son ya unas 300 páginas de contenidos diversos en esa dirección.

Supongamos ahora, que has contratado un nuevo empleado y que todas las pruebas a las que ha sido sometido indican que posee buenas capacidades para realizar el trabajo. Supongamos también, que el anterior jefe se desbordaba en alabanzas hacia él, afirmando “es un magnifico colaborador, de lo mejor que hemos tenido”.

El primer día de trabajo, después de su inducción, y de que le hayas dado algunas instrucciones e indicaciones, te pide que le hagas unas aclaraciones. ¿Cuál será probablemente tu reacción? Es casi seguro que adoptes una de estas dos formas: “Qué bien, es tan cuidadoso que se preocupa por que todo le salga muy bien” o quizá, “Si es tan competente y eficiente y no entendió bien lo que le pedí ¿será que no fui suficientemente claro con él? Tendré más cuidado de comunicarme mejor la próxima vez”. 

En cualquiera de los dos casos, la idea – expectativa -de que tu nuevo colaborador es eficaz te ha predispuesto a intentar ayudarlo lo más que puedas para que obtenga una clara comprensión de su nueva responsabilidad y de lo que quieres que ejecute y logre, como resultado de su actividad.

Supongamos ahora, que contrataste a uno sobre el cual “ya te habían prevenido”. Tanto el responsable de personal, como su anterior jefe, te habían  comentado: “no es muy eficiente, a veces es algo descuidado, es lento para entender y falto de habilidades en general, pero se esfuerza mucho y consigue realizar un trabajo aceptable”. Cuándo el recién incorporado te pida alguna aclaración sobre las instrucciones que le diste ¿no es cierto que tenderás a exasperarte convencido de que eso viene a corroborar lo que ya te habían advertido que sucedería?

Nuestras expectativas respecto al comportamiento de los demás pueden deberse a muy distintas razones. Muchas veces nuestros juicios se basan en conclusiones a las que hemos llegado apoyándonos en prejuicios no conscientes y/o experiencias previas con otros. Una vez que nos hemos formado una idea determinada de una persona, se la comunicamos de diversas formas de las cuales, no siempre nos damos cuenta; tal como se ha dejado ver al explicar los anteriores instrumentos.

Un ejemplo: Por exigencia de tu actividad te ves forzado a delegar un trabajo importante a un colaborador. En el fondo no estás muy convencido de que él sea  capaz de realizar la asignación eficazmente, aunque le hayas dicho que “confías en que si puede”. Tu comportamiento, manifestado mediante frecuentes visitas para observar cómo está ejecutando la tarea, tus repetidas intervenciones dándole consejos e instrucciones, y otras por el estilo, le comunicará la idea de que “en realidad no crees que él pueda realizarlo bien”.  La consecuencia en el colaborador suele ser que, disminuye la confianza en sí mismo, lo que le causa tensión, nerviosismo e inseguridad, que a su vez, contribuye a que realice un trabajo defectuoso o poco brillante. Con ello, se confirma el punto de vista y la sospecha que ya tenías.

Lo importante de esto es, que así mismo funciona para lo contrario. Lo que implica que podemos generar una situación muy positiva, de éxito y de mejora de la eficacia, que lleve al colaborador a realizar un trabajo de calidad. Esto hace surgir la duda de ¿hasta qué punto la confianza que realmente uno tenga y muestre a una persona puede afectar su actuación?

 Continuará con Expectativa 2. Próximo Post.








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