Desde mi punto de vista, éste
es el último componente fundamental de índole sicológica dentro de la compleja
actividad de emprender al que me quiero referir. Considero imposible concebir
el emprendimiento sin ir íntima y
profundamente unido a la posibilidad de innovar
en algo.
El emprendimiento exitoso va ligado
a la innovación, al cambio y a obtener, o realizar algo nuevo, diferente, que
genera una novedosa aplicación, o que, idealmente, representa un cambio
de paradigma.
Posiblemente lo que moviliza
en el ser humano la idea emprender, de intentar algo diferente es, alguna forma
de visualizar una realidad distinta, mejor, más útil, práctica y asequible para
un gran número de personas, o idealmente, para todos. Es a esto a lo que nos
referimos como innovación, transformación.
Todo emprendedor, dentro de
los claro - oscuros usuales en su Visión
de Futuro, percibe, o al menos cree percibir, la posibilidad de innovar, de
cambiar y de alterar algo que es factible mejorar, y en consecuencia, obtener y alcanzar un resultado superior.
La Innovación se produce cuando alguna idea
creativa llega a implementarse y es aplicada y demandada en la sociedad, o una
parte de esta. El proceso de innovación descansa y se origina en la
creatividad humana, que permite generar ideas y soluciones novedosas y
originales. La creatividad, también un componente
psicológico, es la puerta a la innovación.
Para
que realmente se produzca innovación de manera continua en las empresas, se
requiere que exista una potente y afianzada Cultura
de Innovación, que se caracteriza
fundamentalmente, por tener claras, definidas, comunicadas, alineadas y
compartidas la: Misión, Visión, Valores, Objetivos y Resultados deseados. Y también, que existan,
como parte de la Filosofía de la organización, valores de participación,
cambio y superación, orientados a mejorar continuamente lo que se realiza. Me refiero a llevar a cabo lo
necesario para estar siempre preparados
para satisfacer las necesidades y gustos cambiantes de los clientes. Algo que
se modifica continuamente en el mundo y que obliga, al mismo tiempo a la
empresa a establecer y mantener una
cultura de la organización, orientada al cambio, del que se realimenta continuamente.
Dicho
de otra manera: Toda organización que pretenda triunfar en el tiempo, tiene que
anticiparse a las necesidades cambiantes
del mercado que sirve. Para ello es esencial que posea
una cultura organizativa, primordialmente innovadora, o que al menos la
promueva y estimule.
Para
comprender lo señalado con claridad solo hay que observar a las empresas de las
que se habla todos los días en el mundo, conocidas por su eficacia para lograr
ese fin de innovación permanente: Apple, Google, Microsoft, Twitter, Facebook,
etc., para no llenar el resto de la página con nombres de las miles de
compañías innovadoras que existen y surgen continuamente; y cuya característica
diferenciadora principal es, la cultura
de innovación que poseen.
Pero
para poder comportarse de esa manera han tenido siempre que llevar a cabo un
paso previo fundamental para poder realmente, ser innovadoras: Ese paso es, contar,
contratar, disponer de personas creativas, con ciertos rasgos de personalidad y
madurez, a las que permiten y estimulan a utilizar de forma muy positiva y
apropiada su capacidad de crear y su talento.
Ese tipo de cultura organizativa
requiere de procesos continuos de feedback que devuelven información acerca de los resultados obtenidos,
provenientes de los esfuerzos de cambio y mejora. Este proceso, demanda además
de ser parte de la cultura de la organización, comportamientos maduros, de
logro y superación...
Se necesita también, contar con líderes
innovadores, excepcionales, maduros, que disfrutan, inician y promueven cambios basados en el valor que otorgan al potencial, talento y fortalezas de sus colaboradores y equipos. Esta es siempre una actividad que, más temprano o más
tarde, tiene que llevar a cabo quien emprende, con la finalidad de llegar a
conformar en corto o medio plazo, una empresa de éxito.
Son empresas que continuamente evalúan,
adaptan, e innovan las formas en que se lideran, gestionan. Que cuentan con un clima que estimula la participación, equipos, experimentación,
con la finalidad de facilitar y conseguir que su personal realice cosas
originales y busque superarse continuamente.
Se trata de Culturas Emprendedoras donde los fracasos no se castigan, porque se
consideran parte esencial del proceso de aprendizaje. Culturas Emprendedoras, que estimulan la creatividad e iniciativa
de las personas, que las refuerzan, premian, y reconocen los intentos, no solo los
éxitos.
PROCESO DE INNOVACIÓN
En 2008, basados en una
serie de estudios, Nadler y Tushman
plantearon: “La innovación debe ir más allá del diseño creativo de productos o
servicios, tiene que abarcar aspectos
organizativos y de elaboración que aseguren a la empresa, un mercado, aún
en tiempos de incertidumbre”. Algo que requiere de capacidad de anticipación y de reacción ante el
cambio. El proceso tiene que incluir el innovar la alta gerencia y la dirección. También, innovar desde la alta
gerencia. Las
empresas innovadoras requieren poseer “la
necesaria infraestructura de
emprendimiento, de apoyo y de poder, bien engrasada”.
Mi experiencia me ha
llevado, desde mediados de los años 80 a percibir esta misma conclusión a la
que llegaron estos autores. Desde mi punto de vista no es suficiente aplicar
los componentes de la fórmula más usual y difundida: Investigación + Desarrollo
+ innovación (I+D+i). Coincido plenamente
con Nadler y Tushman, en relación a que no es suficiente, se requiere lo que
he denominado como: Innovación de la Gestión (IG). De tal forma que la fórmula más
precisa debe ser: I+D+i+IG. De esta conclusión surge mi libro publicado en
2010: “Innovar la Gestión: Claves para incrementar la eficacia y
competitividad de las organizaciones” . Edit. Bubock.
Esas experiencias en importantes
procesos y actividades de cambio e innovación durante años en diversos tipos de
empresas, me llevaron a comprobar como la innovación requiere, dentro de la
empresa que se la tenga como uno de sus valores y prácticas esenciales.
Considero imperiosa la necesidad de crear el ambiente y el clima de trabajo
adecuados, y contar con el apoyo claro y decidido del equipo de management, o de liderazgo como soporte.
De lo contrario pasa de manera superficial sin dejar huella ni el impacto
positivo de cuando se realiza bien.
Cuando esta condición no
estuvo presente en empresas empeñadas en mejorar significativamente, y en innovar para ser más competitivas, satisfacer
adecuadamente demandas y requerimientos de clientes, en la mayoría de los casos, la preocupación
por el emprendimiento interno y la innovación, duraron poco.
Es obvio que el proceso
de Innovar requiere potenciar a las personas, empoderarlas, (Dar poder
para decidir y actuar: Empowerment), entusiasmarlas, crear, desarrollar y mantener condiciones que
estimulen la pasión, el compromiso y la
libertad. Todo ello se traduce en un concepto clave previo para conseguir
ese ambiente y clima estimulante: La
Confianza. Lamentablemente nuestra idiosincrasia nos lleva más hacia el
otro extremo: la desconfianza. Nos queda mucho por mejorar pero el
potencial para hacerlo está ahí.
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