sábado, 24 de noviembre de 2012

EN EL MUNDO DE LOS NEGOCIOS MADUREZ SICOLÓGICA SI, LA JUSTA




Con esta nueva entrega, culmino la serie de 10, que sin pensarlo, me ha tomado desarrollar este tema al que considero fundamental, especialmente al relacionarlo con Liderazgo y Cultura en las Organizaciones; público al que va dirigido el blog.

Ya he señalado que para llegar a ser un líder excelente, excepcional, es indispensable ser maduro psicológicamente, lo que quiere decir, dentro del lenguaje que ya conocemos, tener como mínimo una madurez entre las etapas 3/4, 4, y máximo 4/5, lo que permite ser y comportarse como un líder excepcional, que no pasan del 10% de los mejores líderes que existen. El restante 90% más o menos, se conforma de buenos, promedio, y deficientes. 

Aparentemente, a varios lectores les llamó la atención la afirmación que hice relativa a  que “las personas con muy elevada madurez, no son candidatos a ser excelentes líderes”. Personalmente lo creo absolutamente. Sicológicamente maduros sí, ya lo aclaré arriba, pero dentro del mínimo porcentaje de humanos que se encuentran en las Etapas V y VI, definitivamente no. Esos individuos requieren, para vivir en la paz y armonía que demanda su desarrollo, unos ambientes que no son fáciles de encontrar, y mucho menos, en los climas y culturas de las  empresas, por muy avanzadas y abiertas que sean. 

Cierro el ciclo, señalando las características y comportamientos que identifican a quienes poseen lo que la autora J. Loevinger, denominó Personalidad Integrada, para reflejar el máximo nivel de desarrollo sicológico y de la personalidad que puede alcanzar un ser humano. Veamos:  
 
VI.-  SEXTA ETAPA: PERSONALIDAD INTEGRADA
  • Abierto al desarrollo. Espontáneo
  • Gran capacidad de objetivar
  • Clara percepción del mundo externo
  • Gran tolerancia a la ambigüedad
  • Más allá de las polaridades y contradicciones
  • Aceptación de la realidad
  • Gran integración, autonomía y sentimiento de identidad
  • Experiencias estéticas profundas
  • Alto nivel de creatividad
  • Disposición hacia la vida interna
  • Máximo nivel de salud psicológica
  • Gran capacidad de abstracción y concreción
  • Gran sentido de la responsabilidad

Como comenté al inicio del tema, desde que conocí el modelo lo he utilizado y explicado en muchas organizaciones, primero, con la finalidad de dar a directivos, mandos y líderes, una visión que les pudiera ayudar a comprender el hecho de que estas diferencias entre las personas existen, y para entender así, cómo el comportamiento responde, en general, a la madurez que hayan alcanzado. También,  como una forma de facilitar la comprensión de comportamientos que, a veces,  resultan inexplicables en una empresa. 

Cuando he  implantado este enfoque, lo realicé como respaldo a procesos de cambio y mejora de culturas corporativas. Por una parte, para hacer comprender a los dirigentes como “la cultura de la empresa”, según las características y elementos que la conforman,  hace que la gente se comporte y actúe, con comportamientos inmaduros o como personas maduras, responsables. Quiero resaltar que la cultura y el clima de trabajo de cada empresa juega un papel fundamental en el comportamiento y actuación de las personas.

Al relacionarlo con los tipos de Cultura de las Organizaciones, según Harrison (Ver entregas entre 16-10-2011 a 26-12-2011), resulta obvio que las culturas basadas en el Poder, obligan a los individuos a ser sumisos, obedientes y aceptar, sin discusión, las órdenes que reciben; lo que produce comportamientos inmaduros.  Si además se trata de algo que se prolonga en el tiempo, las personas se mostrarán inseguras, aunque individualmente sean más maduras y se puedan comportar como tal, en otros ambientes que se lo faciliten. En las condiciones actuales en los países afectados de forma relevante por la crisis, como ocurre en Europa y los Estados Unidos, cada vez más, las personas están dispuestas a sacrificar su valía y aceptar trabajos inferiores a su preparación y además, mal remunerados. Algo que obviamente disminuye la auto-estima de cualquiera y afecta la productividad real. 

Casi lo mismo ocurre con las basadas en la Función.  En estas, se pueden desarrollar comportamientos algo más maduros ya que se depende más que del poder de alguien, de la interpretación de las normas, reglas etc. Qué, por ser impersonales, producen un cierto grado de aceptación más fácilmente.  Como normas o reglas, fuerzan y obligan a ciertos comportamientos que no son libremente expresados, sino ajustados a esas normas. Mientras éstas sean adecuadas y se mantengan actualizadas, facilitan muchos aspectos relativos al comportamiento general esperado de las personas.  

Lo deseable es, contar con  culturas centradas en Resultados-Actividades,  y  en las Personas.  Ambas estimulan y facilitan comportamientos del Nivel 3 / 4, y de la Etapa IV. Y como ya lo señalé, en empresas más desarrolladas y de vanguardia hasta podrían darse y practicarse algunos de los comportamientos del Nivel 4/5.  En este nivel, estamos ya, refiriéndonos a excepciones y no es lo que más nos interesa. De tal forma que si alguna cultura es deseable, es aquella que facilite y estimule a los individuos a comportarse con las características de personalidad de la Etapa IV.  En especial, es fundamental para el desarrollo de muy buenos líderes, de líderes extraordinarios que son los que se requieren hoy día.  Su comportamiento, es lo más adecuado para gestionar organizaciones que quieran desarrollarse y ser altamente competitivas.  

El mundo de los negocios necesita mejores líderes y para lograrlos y desarrollarlos se requieren personas como mínimo de madurez 3/4 y 4. Con individuos de un nivel más bajo, no se pueden construir empresas eficaces y de éxito, en especial, de cara a un futuro cada vez más complejo, cambiante, retador y exigente. Es muy difícil, casi imposible.  

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