lunes, 12 de julio de 2010

PARTE DOS: UN PROBLEMA DE ESTRATEGIA Y FILOSOFÍA DE EMPRESA

Culmino con esta entrega mis comentarios y aportaciones suscitadas por el articulo de Luis Gómez, que inicié con la entrega 24 del Blog, relacionada con la realidad actual de la empresa española en general.

En dicho articulo, cita un dato que desde mi punto de vista es el más llamativo. Se trata de una información que surge de un reciente estudio de la Fundación Adecco, relacionado con la que considero es: la información que refleja lo más dañino que sucede en nuestras empresas. Me refiero a la mención acerca de que, “el 80% del personal no está comprometido con su empresa”. De esto ajustarse con cierta precisión a la realidad, se trataría, en mi opinión, de la principal razón que explica el porqué de la baja productividad de nuestras empresas. Es imposible ser altamente productivo, como persona, y más, como empresa, si el personal no se siente comprometido.

Las personas, tal como hemos señalado en varias oportunidades, tienen que sentirse bien: motivadas e, idealmente comprometidas con sus empresas, para que estén dispuestas a “dar un poco más”. Cuando las condiciones necesarias para ello no están presentes, las personas lo que suelen aportar es: lo mínimo necesario para conservar su puesto de trabajo, pero jamás se esforzarán, no están motivadas para ello. Un mayor esfuerzo, la alta motivación y lograr el compromiso, es algo que empresas y líderes tienen que ganárselo, y ya hemos señalado, de diversas formas, que nuestras empresas, en general, gestionadas en base a prácticas de gerencia y dirección que datan de principios del siglo XX, no reúnen las condiciones o características señaladas en la entrega 22 de este blog (Mayo 10). Sin reunir esas características en un grado elevado, es imposible que el personal esté motivado y menos aún, comprometido.

Algo que nos resulta terrible, en especial, por lo contradictorio que aparenta ser, es el hecho de que en los procesos de reclutamiento y selección, habitualmente, se contrata a la persona con el mejor potencial y con el mayor número de competencias para realizar el cargo en cuestión, pero luego, con bastante frecuencia, las personas se encuentran trabajando en culturas y ambientes laborales, que no están preparados para permitir el desarrollo de sus competencias y, menos aún, del potencial con que cuentan las personas. Esta realidad se debe, por lo general, a que se encuentran como jefes, a directivos o mandos, que no están muy dispuestos a delegar; bien porque no confían que los demás, sus subalternos o colaboradores, puedan hacer bien el trabajo, o lo que es peor, les da miedo que demuestren su potencialidad y puedan llegar a hacerlo mejor que ellos mismos. Esas condiciones de trabajo, más comunes de lo deseable, por estar basadas principalmente en el centralismo, la autoridad y el mando, van poco a poco, forzando a las personas con ese estupendo potencial, detectado al ser contratados, a comportarse de manera sumisa, inmadura y, a “no hacer olas” para no llamar mucho la atención. El resultado final es, cumplimiento de lo exigido, nada más. Y ya hemos dicho que la elevada productividad requiere de mucho más por parte de directivos y mandos; que manden y dirijan menos y, que lideren, guíen, apoyen, deleguen y confíen, mucho más.

Cuando en otros países una de las mayores preocupaciones del momento es, qué y cómo hacer para contar con empleados satisfechos y comprometidos (engaged), en el nuestro apenas les damos valor y continuamos con practicas de dirección y management de hace por lo menos treinta y más años. Una de las más recientes investigaciones en el ámbito internacional del Conference Board, ha venido a demostrar la gran importancia de lograr el engagement del personal a la hora de pretender mejorar la productividad y la competitividad de cualquier organización o empresa. Pero cuando se leen artículos como el de Luis Gómez, la sensación personal que me surge es, que en estas cosas fundamentales para la eficacia, productividad e innovación, la gran mayoría de la empresa española aún se encuentra en la Edad de Piedra. Es lamentable, en especial, por que nada externo nos lo impide.

En el mismo artículo se habla de presentismo; en contraposición al más habitual en nuestras empresas, el absentismo. Es completamente lógico. Hay absentismo, por que no hay compromiso con la Misión y Objetivos de la empresa, y hay que ver lo triste de encontrarse inmerso en un clima de trabajo poco estimulante e inclusive desagradable; al menos, ocho horas todos los días y, a veces, por años. Inconsciente o subconscientemente las personas “se enferman” de diversas maneras, para no tener que sufrir esa realidad todos los días. Hoy, según el articulo y las encuestas que lo soportan, predomina el presentismo, explicado en el mismo como “la permanencia en el trabajo más horas de lo habitual”, pero claro, con muy baja productividad resultante del mismo. Se está presente, se alargan los tiempos de ejecución y culminación de los trabajos, se cometen más fallos, y desde luego, se produce menos. Pero se está presente y se evita el despido.

Ya he señalado y lo reitero de nuevo que esto se debe principalmente a dos factores:

1º. A culturas organizativas no estimulantes, basadas en el poder, control y autoridad. Culturas que valoran poco al individuo y por tanto, no están diseñadas para aprovechar lo mejor posible la potencialidad de las personas y su talento.

2º. Inadecuados estilos de dirección y mando. Para un empleado en general, lo que ocurre en su Departamento y, el comportamiento de sus jefes, es lo que representa a la empresa.

Si estos dos aspectos, señalados en el articulo en su totalidad, suceden es por que la más alta dirección, o los dueños de la empresa, no solo están de acuerdo con esas prácticas, sino que las promueven. De ahí que parte de la solución vendría dada si se dan estas tres condiciones en las empresas:

I. Que determinen y desarrollen filosofías y estrategias organizativas que no permitan este tipo de comportamientos por parte de los dirigentes en ningún nivel de mando.

II. Que desarrollen culturas y ambientes de trabajo estimulantes, que aprovechen el potencial y talento de las personas. Hoy se aprovecha una mínima porción de sus capacidades. Es bien sabido que con frecuencia, además, están subpagadas, pero la productividad y el compromiso dependen más, de lo que hemos venido señalando en los blogs, que del sueldo, aunque éste debe ser siempre justo y equitativo con relación al cargo y al desempeño de la persona.

III. Que desarrollen, formen o cambien a esos ejecutivos malos y regulares, y se preocupen por formar o contratar muy buenos líderes, con gran talento. Esta es la mejor inversión que cualquier empresa puede hoy realizar; es además una inversión para tener éxito y mejorar la eficacia en el corto, medio y largo plazo.

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