jueves, 8 de mayo de 2014

EL ADN DE LA INNOVACIÓN



Algo  que resulta verdaderamente importante en las sesiones de creatividad con fines de innovación es, ser capaces de escoger entre todas las ideas aportadas en la fase de “Generación de Ideas” la mejor, o las mejores, y luego desarrollarla e implantarla. Es ahí cuando se comienza a innovar. Para poder realizar todo esto adecuadamente, es fundamental como ya he señalado, que el clima y cultura de la organización  sean especiales y estén orientadas a brindar el máximo apoyo a todo el proceso de invención y desarrollo de las ideas. Crear e innovar son dos caras de una misma moneda. No es posible innovar sin ser creativos, aunque se puede ser creativos y no ser innovadores.

La capacidad creativa- de generar ideas originales, novedosas- al igual que la de ser innovador –escoger la mejor idea, desarrollarla y aplicarla con éxito en el ámbito adecuado- son competencias potencialmente desarrollables por toda persona que no tenga déficits de tipo cognitivo.  La clave del proceso radica en cómo transformar una lista de “buenas ideas” en una decisión y posterior acción que conduzca a que pueda elaborarse  y aplicarse con éxito en el mundo real. Para lograr lo anterior no basta con ser creativos, lo fundamental es que exista un proceso que fluya y tome en cuenta a: las personas, departamentos, e idealmente, a toda la organización; donde innovar sea parte  esencial de su filosofía de negocio.

Las empresas que se caracterizan por ser innovadoras,  poseen el ADN de la innovación. ¿Qué queremos decir con esto? Que desde sus componentes más básicos, hasta los fundamentales, están plenamente conscientes  y convencidos de que en innovar está  su supervivencia y éxito futuro y a ello dedican gran cantidad de energía, esfuerzo y recursos de diversa índole.

 










  
Lo anterior es algo que, por lo general, se percibe  con relativa claridad en los departamentos e institutos de investigación en universidades, y en las empresas innovadoras.
 
ORGANIZACIONES INNOVADORAS

Son aquellas en las que desde lo esencial: la determinación de su misión o razón de ser; la definición de su visión de futuro, en sus valores,  propósitos,  prácticas,  estrategias y objetivos, la innovación es parte del todo. De ahí que se afirme que la innovación tiene que ser un componente del ADN de la empresa. Parte esencial de la cultura. 

Aparte de que se la incluya como componente esencial de la estrategia de la empresa, es fundamental que en la misma, predomine una cultura empresarial donde se respire y se practique la libertad para crear e innovar. Tiene que ser una cultura organizativa orientada, principalmente,  hacia la innovación, por tanto, muy focalizada también, en las personas y en los resultados. De esta forma se garantiza qué lo que se imagina y crea de manera original, novedosa, contenga una serie de componentes que permitirán transformar esa creación, en innovación. Que sea algo aplicable, útil, de progreso, pero que además, facilite el logro de los resultados de la empresa, su desarrollo y crecimiento. De no cumplir estos requisitos, la creación no tendría mucho sentido. De ahí la importancia de elegir muy bien las ideas. 

Con la innovación se busca la mejora radical de “circunstancias, situaciones, hechos… de toda índole” que resulten clave para la  supervivencia y éxito de la empresa.
(Recomiendo leer los posts del: 5/10, 16/10, 28/10, 9/11, 23/11, 13/12, 26/12, todos del año 2011, donde se explican los diferentes tipos de Ideología y Cultura en las empresas).

Muchos dirigentes perciben a las empresas como una maquinaria con engranajes que funcionan de forma eficiente y más o menos predeterminada. Estas creencias muy extendidas aún en nuestro país, hacen que el pensamiento creativo no sea, con frecuencia, suficientemente  valorado;  al contrario, es muchas veces, desdeñado. Este enfoque de “funcionamiento mecánico” no se ajusta para nada a las necesidades y requerimientos de la empresa actual y menos de la futura.  Hay sin embargo  que reconocer que sirvió para traer: crecimiento, desarrollo, eficacia y productividad a las empresas, desde el principio, hasta finales del siglo XX. Pero hoy día ya no resulta por lo general, de utilidad.  Los planteamientos de  Gary Hamel- Video.docx  y otros especialistas y estudiosos, son determinantes al respecto.

 
 
El que muchas organizaciones no cuenten con culturas orientadas hacia la innovación, ha llevado a que intentos esporádicos por desarrollar organizaciones flexibles, abiertas creativas, hayan fracasado;  por no disponerse de la necesaria infraestructura de apoyo, “no tener el terreno adecuadamente abonado”. La falta de competencias de muchos directivos para  permitir que las ideas de otros tengan peso a la hora de tomar decisiones y mejorar procesos tradicionales, ha sido el freno más grande al cambio, la mejora y la innovación en las empresas.
 
Esa falta de cultura de innovación ha llevado a muchos a pensar y a afirmar: “Es demasiado caro. Nuestros directores nunca lo aceptarían, siempre lo hemos hecho así y ha funcionado bien ¿para qué cambiar? no funcionará". "Es una idea  muy atrevida. Ese nuevo planteamiento carece de sentido, quizás sea una buena idea para otras empresas, pero no para nosotros. Hagámoslo como sabemos, no inventemos…”. Tal como se puede ver, pura reducción de disonancia. De esa forma, se perpetúa lo tradicional, usual y se coarta todo intento de cambio y superación. Además la cultura innovadora requiere de un grado elevado de confianza, respeto mutuo y libertad de las personas, algo que existe, en muy contadas organizaciones.









No hay comentarios: