martes, 26 de septiembre de 2017

GESTIÓN EFICAZ DE CONFLICTOS



¡EL CONFLICTO SIEMPRE TIENDE A ESCALAR!

Considero ésta, una afirmación que no da lugar a dudas. Si cualquier conflicto no es gestionado a tiempo y de manera adecuada, siempre va a escalar. A ir poco a poco incrementando su volumen y complejidad. Sin embargo, con una gestión apropiada del mismo en sus inicios, es perfectamente posible evitar que llegue al nivel de conflicto.

La mayor parte de la sociedad y de las personas suelen tener una percepción negativa del conflicto, como algo dañino. Existe también mucha gente que le ve, la vertiente positiva; que resulta, por lo general,  muy interesante, enriquecedora y productiva. La razón para enfocarse en esta última es, que  promueve y conduce: a cambios, mejoras, superación, avances, progreso y otros. Y como consecuencia de todo ello, a la posibilidad de innovar; estimulando así, alcanzar mayor y mejor desarrollo de grupos, organizaciones, y en consecuencia, de la sociedad.

Desde una perspectiva más amplia conduce también, a la posibilidad de obtener un mayor y mejor desarrollo de: las personas, equipos, empresas, y de cualquier clase de organizaciones e instituciones

CONFLICTOS FUNCIONALES Y DISFUNCIONALES

Con lo dicho queda claro que podemos hablar de la existencia de  dos clases de conflictos: a)  Conflictos Funcionales. Aquellos con un enfoque utilitario con signo y orientación que conducen a resultados positivos. Por esa razón y por sus consecuencias objetivas, se debe asumir el riesgo de estimularlos y provocarlos. Esta realidad que, corresponde a líderes de cualquier nivel realizar, es en gran medida, lo que ha permitido a muchas empresas, universidades y otras,  generar novedosas y creativas formas de descubrir nuevas posibilidades, enfoques y aplicaciones. Es el tipo de conflicto que hay que promover porque conduce inexorablemente a progresar, avanzar, mejorar.

El problema es que, existe también, otro tipo de conflicto muy común, de percepción, contenido, resolución y resultado negativo. Se trata de los llamados Conflictos Disfuncionales. Aquellos que por sus consecuencias, generalmente dañinas, es esencial intentar resolverlos cuando están en la fase de incubación: en el ámbito de diferencias.  El objetivo es, intentar mediante la adecuada, oportuna y profesional gestión,  detener y de ser posible, impedir su escalada lo más rápido que sea factible. Ello con el fin de evitar daños mayores que, sin duda, se derivarán de su tardía o inadecuada gestión.

CONFLICTO EN Y CON CATALUÑA: MI PERCEPCIÓN

El que de nuevo escriba sobre este tema viene motivado por el actual Conflicto Abierto, al que se ha llegado en Cataluña, por no haberse gestionado en el ámbito inicial de Diferencias. Tampoco cuando al ir aumentando bien “alimentado” alcanzó el nivel de Conflicto. La falta de acción de los responsables de parte y parte, y la permanente ausencia de una adecuada y oportuna gestión, es lo que ha permitido que hoy sea un grave y amplio (incluye miles de personas, entidades, instituciones, poderes, etc.) conflicto abierto.

Espero, mediante los comentarios y aportes que siguen, ser capaz de relacionarlo, aunque será de manera relativamente superficial, con el proceso habitual que se debe llevar a cabo para la  “Gestión y Resolución de Conflictos”.

Quiero inicialmente resaltar y hacer énfasis en que la gestión adecuada y temprana del conflicto es fundamental. No hacerlo permite aseverar que: cuando no se gestiona bien y a tiempo, se están creando las condiciones para que, en la mayor parte de las ocasiones, se lleguen a producir inmensos daños en todos los implicados. Personas, empresas y otras entidades e instituciones

En el caso que nos ocupa, percibo no gestión del proceso, o de haber existido algún intento, pésima gestión del mismo. Situación cuyo origen se remonta a varios años de despropósitos, y una serie de hechos ocurridos en el tiempo, que han llevado a lo que hoy se percibe como claro deseo secesionista de parte de la población de Cataluña.

No hay más que ver lo que está sucediendo a día de hoy, cuando se están alcanzando ya, niveles peligrosos por la nula gestión llevada a cabo y por cómo se ha venido, poco a poco, “alimentando el monstruo”. Desde mi percepción, considero que ha predominado el dejar hacer, dejar pasar, hasta permitir que la situación se rebose y desborde.

Al hablar del tema, no deseo meterme en los asuntos políticos y menos aún, en hechos históricos que cada parte en el conflicto, entiende, interpreta y manipula a su conveniencia. Queda para mi  claro que se trata de un conflicto de índole, esencialmente, política que al no ser gestionado en lo más mínimo en sus comienzos, su avance y desarrollo, se ha dejado llegar a extremos, a día de hoy, indeseables, peligrosos.

Por lo señalado, voy a ser superficial histórica y políticamente. No soy conocedor y prefiero no comentar lo que no sé. Pero basándome en la Teoría de Conflictos, que si conozco y que he manejado en diversas ocasiones para resolver conflictos, daré mi humilde interpretación acerca de lo que creo haber percibido en este caso. Insisto en que se trata de mi percepción guiada por el modelo de gestión de conflictos que utilizo.

Para mí el gran fallo, visto de manera general, radica en el Gobierno de la Nación, y en aspectos ideológicos del partido actual en el gobierno. Cuando no eran gobierno, sino un partido en la oposición, de varias formas azuzó y alimentó el conflicto: 1º.-  Al objetar el nuevo Estatuto Catalán de tiempos de Maragall. 2º.- Al pedir firmas, por todo el país, en contra del mismo. 3º.-  Al impugnarlo ante el Constitucional. 4º.- Posteriormente, al no actuar de forma madura y coherente, siendo ya gobierno, contribuyendo así, a que las diferencias y discrepancias iniciales, hayan ido incrementándose, hasta llegar a escalar de manera continua y alcanzar finalmente el nivel de Conflicto Abierto. Conflicto conocido en la jerga de “Gestión de Conflictos” como: “Guerra a muerte”. Considero que en ese punto estamos en la actualidad.

También es verdad que los comportamientos de los catalanes, y muy especialmente, de los dirigentes, ha sido de lo más inmaduro y oportunista. Primero intentando pescar en aguas revueltas y ocultando sus trapos sucios de la corrupción. Luego con la huida hacia la independencia. Después de unos años de continuo goteo, “el vaso al final se llenó y se rebosó”.

Considero esencial tomar conciencia de que la actividad de gestión o mediación para la solución de conflictos tiene que ser percibida y realizada como: un proceso de duración variable en el tiempo. En el mismo,  se trabajan y exploran hechos y contenidos ocurridos durante un tiempo. Los pasos fundamentales por los que es necesario transitar y el tiempo necesario para resolver cada componente del conflicto, le da el sentido de proceso. No es una foto, una instantánea, es más bien una película que contiene una “historia”. Generalmente, con un pasado, un presente y un futuro a construirse, con desenlace final idealmente positivo. Hay conflictos con “poca historia” pero, con frecuencia, nos enfrentamos a conflictos y situaciones problema con largo tiempo de “incubación”, “desarrollo” y con “una larga historia”; tal y como el que nos ocupa.

QUE PLANTEAN ESPECIALISTAS

Estudiosos de procesos de resolución de conflictos han llegado a la conclusión de que se puede hablar de tres etapas, ya citadas, desde que surgen las primeras discrepancias, percepciones o diferencias iniciales, hasta llegar al conflicto abierto.

Los conflictos se inician siempre en una primera fase denominada de DIFERENCIAS: Discrepancias, desacuerdos, distintas percepciones, sentimientos y emociones dispares, comunicación deficiente, desconfianza, no escuchar con claridad, y otros. Las Diferencias, se deben gestionar de inmediato,  tan pronto alguien las detecta, y siempre que esté dispuesta a aclararlas y confrontarlas, ya sea: a) Que alguno de los implicados tome la iniciativa. b)  Que lo haga una tercera persona entrenada, sin importar si es: colega, líder, jefe, mediador, coach, u otro. Lo esencial es que tenga unas competencias mínimas para abocarse a ello.

En ese ámbito de diferencias, es relativamente fácil gestionar y resolver la situación evitándose que vaya a más, que escale. Lo que sin duda ocurrirá si no se actúa a tiempo. Es lo que ha sucedido con el conflicto catalán. Se lo ha ido alimentando con diversas acciones y un sin número de omisiones por parte de los implicados en la pugna. 


Pero como ya comenté: el conflicto siempre tiende a escalar, a ir en aumento, si no es rápidamente resuelto. Ejemplo claro: el vaso de agua que gota a gota va aumentando el volumen de líquido hasta que se desborda. Se fueron acumulando de parte y parte: discrepancias, distorsiones, manipulaciones, mentiras, malos entendidos nunca aclarados, percepciones distorsionadas de la realidad, cada quien viendo lo que deseaba ver, hasta que se transformó en conflicto. Alcanzó el segundo estadio de evolución.

La fase de CONFLICTO significa que: como dirigentes, políticos,  creadores de opinión, tergiversadores de la misma, líderes o mediadores, durante el avance del mismo y el paso del tiempo, fueron desperdiciado muchas oportunidades de resolución. No hubo un claro y genuino interés por resolverlo. Ni aún lo hay. Para llegar al nivel de conflicto, los grupos, instituciones, personas implicadas se han enfadado, insultado, discutido y ofendido en diversas ocasiones. Se han hecho daño, han mentido, se han agredido física o psicológicamente, y se sienten mal mutuamente.

Con cierta frecuencia esas agresiones han herido sentimientos, más o menos profundos, lo que va produciendo y acumulando rencor, mucho malestar  y otros. Resolver el conflicto en esta fase, va siendo cada vez más difícil por el deterioro que ha venido sufriendo la relación. Para solucionarlo, se requiere poseer competencias en resolución de conflictos y, demanda casi siempre, la intermediación de un tercero muy bien capacitado en gestionarlos. Pero además de esa intermediación profesional externa, se requiere contar con la disposición y aceptación de las partes en pugna. Lo que depende en grado muy importante de poseer un elevado nivel de madurez sicológica de las partes en conflicto. Algo de lo que no ha habido ni una clara señal.

Me resulta claro, que en el caso de Cataluña esa madurez sicológica no ha estado presente; todo lo contrario. Se dejó llegar a un deterioro del proceso tal, que lo que ha privado ha sido el enfoque más primitivo e inmaduro: “Yo gano, tú pierdes”. El problema es, que siempre que surge ese estado de cosas, a la larga, ambos partes siempre terminan perdiendo. Creo que es el reflejo del momento actual. No va haber ganadores a menos que alguien con suficiente poder decida actuar de forma madura, desde el punto de vista sicológico, se arriesgue a parar esta locura y decida sentarse, de forma madura y negociar, comunicarse, escucharse.

Como por ahora no ha sido el caso y han continuado sucediéndose eventos dolorosos entre las partes, el “vaso se ha llenado”, y en consecuencia se ha llegado al tercer nivel de conflicto, el: CONFLICTO ABIERTO


Aquí se trata ya de “guerra a muerte”. Las partes contrincantes no se hablan, se odian, se hacen todo el daño entre sí que pueden, directamente o con disimulo, etc., etc. Con frecuencia además, lo que es más grave, en sus peleas han implicado a otras instituciones, grupos y personas, lo que hace que sea de peores consecuencias.

En el caso de conflictos o peor, conflictos abiertos  en empresas, grupos y organizaciones, con mucha frecuencia se ven implicados otros de departamentos y unidades diferentes. Cuando los conflictos son entre los responsables de las propias organizaciones o entidades, caso del actual, lo más común es ver que los seguidores están con sus referentes, de tal manera que, lo que se inició como diferencias, posterior conflicto, y ahora “guerra a muerte” ya no sucede entre dos personas, o grupos, se ha ido generalizando y es entre entes de gran importancia y envergadura y tal como el actual que arrastra a cientos de miles de personas.

Llegar a este punto ha generado unos costes y daños ocultos inconmensurables para las partes en conflicto; y todo, por no haberlo gestionado cuando surgieron y se percibieron las primeras diferencias en su fase inicial. Es aquí donde achaco el fallo fundamental al gobierno nacional, que por tener todo el poder, es a quien le hubiera correspondido tomar la iniciativa.

El conflicto es inherente a la naturaleza humana  lo que le confiere la condición de inevitable. La clave, por tanto, radica siempre  en cómo se facilita o gestiona. La psicología señala al conflicto, como uno de los procesos entre humanos, razón por la que está siempre presente en cualquier actividad entre  personas. Lo esencial es su gestión adecuada y a tiempo.

Hoy la única solución es que alguien con el suficiente poder ceda, y consiga hablar y negociar de forma madura, teniendo en mente que no se puede dejar avanzar más la actual situación. De todas formas, el daño hecho es inmenso. Tomará años, si se logra  gestionar adecuadamente de inmediato, volver a una situación normal, feliz.
¿Dónde están los gobernantes maduros? He ahí nuestra cruda realidad.


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